Es difícil escribirte ahora que no estás…
Pedro y digo que es difícil porque facilito puedo caer en un obituario ridículo y cursi, lleno de lugares comunes o, de pronto, escribir algo no tan cómico o divertido como las cartas que en vida disfrutaste.
Muchas personas creen que si uno se ríe con alguien que está en otro plano, se le está faltando el respeto. Ese no es mi caso. Conmigo estás fregado, mi querido Pedro. Te voy a tratar igualito que siempre.
¿Sabes?, algo raro me pasa contigo. No puedo imaginarte muerto. Siempre que hablo de ti te menciono como si aún estuvieras en tu súper programa, dando consejos absurdos de salud, diciendo que el whisky hace daño, que correr es vivir, que comer cochino sube el colesterol, que subir el Ávila a pie, existiendo el teleférico, es saludable. Sólo a ti se te ocurrían semejantes locuras.
Querido y presente amigo, nos la pusiste difícil a quienes te queremos y aunque te pongas bravo, ahora, más que nunca, sigo insistiendo que el deporte y la vida sana hacen daño ¡Y tú eres el peor para andar discutiendo esas cosas! ¡Así que Pedro, cállate y escucha! Inexplicablemente, ya que no pegamos para nada, me he hecho muy amigo de tu bellísima y purísima hija Titina. No sabes lo apuesto que estoy a raíz de seguir sus consejos. Ahora, sólo visto de Scutaro y EPK, uso finísimos perfumes franceses, depilo mis partes impúdicas, me acuesto con una mascarilla de aguacate en la cara y rollos en el cabello y hago todo lo que termine en “ure”: manicure, pedicure y etc. En fin, estoy tan, pero tan lindo, que parezco un metrosexual, que es como ahora se les llama a los hombres que somos hombres pero no tanto.
También quiero contarte que después de tu partida bebo el doble de whisky porque, lamentablemente, la vida me dio la razón.
Pedro, reafirmo lo que siempre te dije: hay que prohibir el agua, no el whisky. ¿Recuerdas tu absurda teoría de beber 8 vasos de agua al día? ¿Recuerdas, si es que no lo has olvidado, lo que yo pienso al respecto? Pues tenías razón. Sí, hay que tomar 8 vasos diarios, pero… de whisky con un chorrito chiquitico de agua. Te equivocaste en la proporción.
Nunca entendiste que el agua, y no el whisky, es lo que destruye y echa a perder todo: el agua derriba puentes, inunda ciudades y corroe el acero más fuerte, ¡imagínate qué harán ocho vasos de agua en un estómago de carne! ¿Recuerdas cuando te pregunté en qué se hundió el Titanic? Tú, que eras tan orgulloso, tuviste que bajar la cabeza y humillado me susurraste en voz baja: “En agua…”. ¡Sí, Pedro Penzini! ¡Fue en agua! Que yo sepa, hasta ahora, ningún barco se ha hundido en whisky. Nuestro atormentador oficial no se cansa de repetir que el licor es veneno y que la gente, lo que debe tomar, es agua. Bueno, ahí está la vaina que yo te digo, él es la prueba irrefutable del daño irreparable que puede hacer el agua en el coco.
Así que, mi entrañable y recordado amigo, más temprano o más tarde, ¿quién lo sabe?, te acompañaremos por allá en donde tú andas. Me imagino que habrás aprendido la lección y estarás echadote sobre una nube, mirando televisión, con un vasote de whisky puro sin agua y comiendo hallaquita de chicharrón, chinchurrias, morcilla, chorizo y enormes rodillas gratinadas de cochinos santos que han ido al cielo. Añorado compañero, espero que hayas entendido que descansar es vivir.
¿Y sabes otra cosa?… tus absurdos consejos nos hacen falta… ¡Salud, Pedro…!
Por: CLAUDIO NAZOA
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