HomeElecciónesEDUARDO SEMTEI: La defensora que defiende lo indefendible

EDUARDO SEMTEI: La defensora que defiende lo indefendible

“Hoy se ven cosas,
Virgen Bendita…”

 

Más que pena ajena provocan vómito. Son despreciables. Actos infames y hasta depravados.

Es un neofascismo protervo.

Unos policías le entraron a carajazos a un estudiante en el estado Barinas, a Lorent Saleh, esposaron a su madre (¿será que ellos mismos no tienen madre?), lo encarcelaron, le abrieron juicio, le rompieron la nariz, le causaron heridas, lo hicieron sangrar, y la fulana, la muy fulana, la innombrable afirmó que todo se debía a las provocaciones de ese muchacho facistoide que molestó a unos beatos policías que tranquilos tomaban la siesta en esa hora tan dura de los llanos, llamada la hora del burro (¿será en honor del Gobierno nacional?).

Más tarde, comentando un video donde unos pacos de Chacao le entraron a trompadas a unos “ique” santurrones que humildemente habían asesinado a sangre fría a un polichacao, la misma innombrable dijo que eso sí era tortura, vejación, maltrato, violación de los derechos humanos, delitos de lesa humanidad, ultraje, vilipendio e intento de asesinato; por cierto no le rompieron la nariz ni le causaron heridas. O todos son unos miserables torturadores o todos unos monjes humildes. Explicadme. Esa doble moral, ese doble discurso, es aborrecible.

Con Chávez lo insólito se hace cotidiano. La mentira reina.

La hipocresía gobierna. Hitler y sus secuaces afirmaban que el problema de la matanza judía se debía principalmente a las provocaciones que sufrió el pueblo alemán durante muchos años por parte de la comunidad israelita. Durante el fascismo español, con mister Franco a la cabeza, la inmensa mayoría de las violaciones que ocurrieron contra mujeres republicanas fueron justificadas en los tribunales con el argumento de que, por la manera de vestirse y caminar, esas honradas mujeres eran las culpables de su propia violación, al andar “provocando” a los hombres.

Una norma del fascismo oculto, del fascismo disfrazado, no es sólo la justificación jurídica de los atropellos y violaciones de los derechos humanos, sino también el atribuirle a la víctima la culpa de los delitos cometidos en su contra o en perjuicio de sus bienes materiales. En el libro Los juristas del horror de Ingo Muller se explica abundante y claramente cómo la institucionalidad alemana (fiscales, jueces y defensores) justificaron de mil maneras la matanza contra millones de judíos, aduciendo siempre que la culpa era de los asesinados, por provocadores.

La ilegal, absurda y hasta criminal detención y posterior extradición de Joaquín Pérez Becerra ha sido defendida vehementemente por la corte de panegíricos, pobres apologetas, adulantes descarados y, al final de cuentas, ladrones y cabrones de la cúpula del PSUV, y les aseguro, amigos lectores, que, si en lugar de extraditarlo lo condecoran y le regalan una espada, los mismos felpudos jaletis hubiesen saltado a explicar, a justificar y hasta celebrar el acto, especialmente la “institucionalidad venezolana” (fiscales, jueces y defensores).

Cuando los poderes se arrodillan ante un caudillo, ante un caporal, la justicia se quita descaradamente el velo para fijarse bien a quién golpear, a quién condenar, a quién inhabilitar, a quién expropiar, a quién destruir moralmente. Estamos en ese caso. Venezuela está moralmente enferma. Los valores invertidos.

La delincuencia reina. La corrupción devora el alma de la patria. El despilfarro de los recursos es inaudito. Señores de la institucionalidad venezolana, sepan ustedes que deben renunciar a sus cargos en enero de 2013 o quizás la misma noche en que se declare la victoria opositora. Sería su único acto de honor como funcionarios públicos.


Por: EDUARDO SEMTEI ALVARADO
esalvarado1000@yahoo.com
Política | Opinión
EL NACIONAL