Reciban un cordial saludo;
Los aprecio mucho…
Varias noches he despertado pensando en lo que hemos sido, somos y debemos ser. Nunca hemos considerado que somos ricos, siempre hemos actuado con humildad y la vida la hemos disfrutado con lo que Dios nos ha dado a cada uno de nosotros. Somos gente de buena fe y creemos en la buena fe del otro, si alguna vez hemos sido arrogantes es porque vivimos momentos felices y no supimos interpretarlos. Hoy siento que algo nos falta, algo sucede en nuestro interior, tal vez porque hayan traicionado nuestra buena fe, porque nos sentimos impotentes frente a lo que acontece o porque no encontramos la solución para enfrentar lo que nos atormenta.
Mantengamos la confianza en nosotros mismos, en nuestra familia, en las organizaciones más cercanas a nosotros. Sabemos que alguien no está actuando de buena fe, busca destruir nuestra estructura social y hasta el momento nos ha hecho mucho daño. Sentimos como si nos hubiesen dado un golpe en la cabeza y aún mareados buscamos volver a ver las cosas en su sitio. Algunos han pensado que fue su conyuge y miran de malos ojos a su esposa o a su esposo, otros consideran que fue su compañero de partido, de trabajo o su aliado y han arremetido contra él, otros piensan que la culpa fue de los españoles en la independencia y andan buscando a alguno de ellos para vengarse. ¡No, hermanos! el culpable está parado en la acera de enfrente esperando para rematarnos. Esa es la verdad.
Y lo peor del caso es que algunos de los nuestros están allá. Tal vez porque todavía no han despertado del golpe que nos dieron en la cabeza o porque los aprovecharon y les inyectaron una dosis vencida del comunismo del siglo XIX. Yo los he escuchado hablar y hablan de la lucha de clases, ¿cuál lucha de clases?, si aquí todos somos hijos de campesinos, comerciantes, maestros de escuelas, artesanos y obreros, la generación de la clase media nuestra se formó en las universidades gratuitas y todo lo adquirimos fiao, adquirimos los créditos porque alguien confió en nosotros. Todos tenemos conciencia social. Recuerdo que uno de ustedes me dijo: Ese hombre era tan pobre, tan pobre, que sólo tenía dinero. La riqueza nuestra es la vida, la naturaleza, lo que Dios nos dio. Hoy día dicen que Venezuela es un país con un Estado rico y un pueblo pobre. Esa es la verdadera relación socioeconómica que vivimos, esa es la desgracia, eso es lo que hoy somos.
Nos queda lo otro: la conciencia, la fe y la esperanza. Debemos estar conscientes de que no todos pensamos igual, pero todos nos necesitamos. El mejor de todos nosotros es el que se considere más pequeño. El más humilde será el más sabio, porque la vanidad, el egoísmo y el rencor, fue una cizaña que sembraron entre nosotros y no deja crecer a la hierba buena. El mejor herbicida contra ella es la Unidad, dejar que la juventud avance, apoyar los nuevos liderazgos y veremos florecer al nuevo país, al país que deseamos. La fe nos viene de Dios, ese es un Don que recibimos de Él para contarle nuestras cosas y pedirle ayuda cuando la requerimos como ahora. Y la esperanza está en nosotros mismos, en nuestra fuerza, en nuestra voluntad, en nuestro espíritu y en asumir nuestra responsabilidad. De esto último estoy seguro de ustedes, porque nunca hemos sido cobardes. Un abrazo.
Por: Lenín Valero
Periodista leninvalero1@hotmail.com
@valeromarquez