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ARMANDO DURÁN: La vivienda…, ¡ja, ja, ja!

Un claro desplome
de su popularidad

 

El 12 de noviembre del 2004, teñido de rojo el mapa de Venezuela tras la arrolladora victoria de los candidatos oficiales en las elecciones regionales del mes anterior, Hugo Chávez le confesó a sus lugartenientes, reunidos en Fuerte Tiuna para escucharlo trazar la estrategia a seguir en los años venideros: “Ustedes deben recordar que, producto del golpe y todo el desgaste aquel… hubo un momento en que nosotros estuvimos parejitos (con la oposición), o cuidado si por debajo. Hay una encuestadora internacional recomendada por un amigo que vino a mitad de 2003 y pasó como dos meses aquí y fueron a Palacio y me dieron la noticia bomba: `Presidente, si el referéndum fuera ahorita usted lo perdería’. Entonces fue que comenzamos a trabajar en las misiones y empecé a pedirle apoyo a Fidel… y empezaron a llegar los médicos por centenares, un puente aéreo, aviones van, aviones vienen, y a buscar recursos… Y empezamos a inventar las misiones… y entonces empezamos a remontar en las encuestas… No hay magia aquí, es política…”.

A estas alturas del proceso, seis años y medio después de aquel encuentro de alto nivel, Chávez vuelve a revivir en las encuestas idéntica situación a la que registraban a mediados de 2003. Un claro desplome de su popularidad. De modo que ahora, con el argumento enceguecedor de los billetes, menguantes y devaluados pero billetes al fin y al cabo, trata otra vez de hacerles ver a muchos lo que no es. Y sobre los escombros actuales de aquellas misiones que en su época dorada le dieron triunfos electorales y hasta poder sin límites, como si en realidad su fantasía pudiera borrar de un plumazo el paso inexorable del tiempo, y como si las promesas siempre sin cumplir, convertidas una década después en un solo y triste lugar común por culpa suya y de nadie más, se saca ahora de su ancha manga de charlatán de feria una nueva y ambiciosa misión, pomposamente llamada Gran Misión Vivienda, para construir a muy corto plazo esos millones y millones de viviendas que debían haberse construido desde los tiempos ya remotos del Plan Bolívar 2000, y que jamás fueron construidas. El lanzamiento oficial de esta nueva y vana promesa electoral se produjo el sábado 30 de abril en el Teatro Teresa Carreño, en un acto transmitido por cadena de radio y televisión que consumió más de cuatro horas de horario estelar. Sin tener en cuenta el atropello que significa despojar a la inmensa mayoría de los venezolanos de la única diversión que tienen a mano para combatir la grisura y la desolación, convertidas por la crisis en mal social.

Ahora bien, ¿cómo convencer a quienes con razón ya no creen en los pajaritos preñados de la propaganda oficial que la cosa ahora sí va en serio, que si bien ayer la política habitacional del Gobierno fue un evidente fracaso, mañana será un éxito espectacular? Tarea difícil esta de demostrar que la insuficiencia a todas luces insuperable de la gestión oficial, de golpe y porrazo, y sólo porque Chávez lo dice, se va a transmutar en un ejemplo universal de buena gerencia pública.

¿Magia de último momento? Ni siquiera alquimia. El recurso de Chávez ha sido (esperemos que no lo intente de nuevo) otro. En una noche que pasará a los anales del espectáculo como la noche más aburrida en la historia de la televisión nacional, a Chávez no se le ocurrió otra agudeza que aprovechar la ocasión del lanzamiento de la Gran Misión Vivienda para “popularizar” las muy complejas reflexiones de Georg Lukács en su Historia y conciencia de clase sobre el fetichismo y la reificación de los objetos y las mercancías en una sociedad capitalista, suerte de diabólicos mecanismos de relación de que se sirve el mercado para alienar al hombre, apartarlo de su destino natural y conducirlo a la desesperación.

Ciertamente dio pena seguir en la pantalla del televisor los esfuerzos infructuosos que hacía Chávez por demostrar que sabía de lo que estaba hablando. Perdido en esa selva de epistemología marxista, no daba pie con bola. Hasta que finalmente se dejó de tonterías y fue directamente al grano. “El problema de la vivienda no tiene solución en el capitalismo”, nos reveló emocionado, y la insinuación de que su fracaso era culpa de sus enemigos ideológicos quedó flotando en el aire. “Aquí (y ahora, al fin) lo vamos a solucionar con socialismo. Sólo con la fuerza del socialismo se puede solucionar el drama de la vivienda”.

Dos días después, millones de venezolanos recibimos el siguiente mensaje de texto: “Lleva tu chuleta con los datos del grupo familiar al registro de la Gran Misión Vivienda, y a vivir viviendo. Inf.www.mvh.gob.ve”.

Por: ARMANDO DURÁN
Política | Opinión
EL NACIONAL