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Thursday, November 21, 2024
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MANUEL FELIPE SIERRA: Causa limeña (I)

Al Compás de los Días…

 

Es natural que la polarización venezolana, estimulada por un proyecto ideológico en expansión, se extrapole a los países vecinos. Con frecuencia, el dilema entre democracia y totalitarismo que caracteriza a Venezuela se traslada mecánicamente a otras realidades.

La segunda vuelta de la elección presidencial en Perú entre Ollanta Humala y Keiko Fujimori (entre “el cáncer y el sida”, según Vargas Llosa) no reproduce exactamente la dicotomía que complejiza el cuadro nacional.

Si Fujimori, además de la sangre, hubiera heredado el ADN político del padre, no sería de ninguna manera una carta democrática confiable. Todo lo contrario. Con Alberto Fujimori en 1990 comienza a gestarse el “neoautoritarismo” latinoamericano. El gobernante usó el voto popular con el apoyo de un sector militarista para dar un golpe de Estado que disolvió el Congreso y que luego confiscó los poderes públicos mediante una Asamblea Constituyente.

Inició la destrucción de las instituciones desde las entrañas del Estado; construyó una legalidad ajustada a sus planes continuistas; generó los mecanismos para asfixiar la libertad de expresión; construyó una estructura fraudulenta que pervirtió el sufragio y facilitó los fraudes y, para colmo, compartió el mando con Vladimiro Montesinos, uno de los más aventajados discípulos de la delincuencia continental.

De la experiencia fujimorista se nutre la primera etapa del proyecto totalitario chavista. En 2000, los gobiernos de la región resienten la verdadera naturaleza autocrática de Fujimori y comienzan a deslindarse de él. Chávez, en cambio, se convierte en su más estrecho aliado. Ese año es solidario en el intento por consumar el llamado “fraude de los votos nulos” que desconocía la victoria de Alejandro Toledo y que habría de provocar su salida del poder. ¿Fue casual acaso que un Montesinos ya prófugo, encontrara acogida en el alto gobierno de Caracas, y que sólo cuando su presencia se hizo intolerable fuera remitido a la justicia de Lima? Keiko ha ofrecido “perdón” a los peruanos por los desastres en el gobierno de su padre, y asegura que de resultar elegida no habrá indulto automático para éste, que ahora cumple junto con Montesinos una condena de 25 años por corrupción y violación de los derechos humanos. Para algunos no es más que un recurso para engañar incautos y disolver sospechas en el electorado, al igual que la afirmación de Humala de que ya escapa a la tutela de Chávez.

Pero más bien habría de suponer que se trata de una valoración realista de los condicionamientos y limites dentro de los cuales deberá desempeñarse el nuevo mandatario.

Tanto Vargas Llosa como el presidente Alan García aseguran que, más allá de la mala fama de los dos aspirantes, aunque lo quieran, ya no es posible un regreso al pasado.


Por: MANUEL FELIPE SIERRA
manuelfsierra@yahoo.com
Política | Opinión
EL NACIONAL