Empleo productivo

El domingo acompañamos con mucho optimismo a miles de trabajadores que salieron a las calles para defender sus derechos, exigir mejoras en sus condiciones de trabajo y compartir sus anhelos de un futuro mejor para su familia, sus hijos y su país.

Pero ese día no pudieron marchar al lado nuestro millones de venezolanos que hoy desean trabajar y no pueden porque están desempleados, o enterrados en el mundo de la economía informal.

En los últimos tres años he recorrido Venezuela, y me he encontrado a centenares de compatriotas en esa situación: graduados universitarios que trabajan de buhoneros, agricultores migrados a las grandes ciudades, obreros desocupados por la crisis, madres que dependen de las dádivas del Estado, jóvenes que no encuentran un primer empleo; millones de venezolanos frustrados y sin recursos para superarse.

Con el anuncio de algunas medidas oficiales en los últimos días, hemos caído en un debate tramposo centrado exclusivamente sobre cifras, estadísticas y porcentajes. Esas son abstracciones que llenan las páginas de los periódicos, pero son ajenas a la realidad del día a día de los venezolanos.

La cotidianidad de los trabajadores es mucho más clara y más elocuente: los aumentos anunciados son insuficientes; probablemente lo que recibirán como aumento ya se lo gastaron, ya lo deben. Para los que trabajan, el salario no alcanza para llegar a final de mes, y para quienes ni siquiera tienen empleo la realidad es mucho más dura.

Propongo cambiar el debate, para centrar la atención en lo importante. Venezuela debe comenzar a buscar la respuesta a una pregunta fundamental: ¿cuál es el modelo económico que puede propiciar la creación de millones de empleos de calidad, bien remunerados? Está claro que el modelo que hoy se ofrece desde el Gobierno ha provocado un peligroso estancamiento económico, y el Estado, lejos de ser un promotor de nuevos empleos, es el mayor destructor de puestos de trabajo con una estrategia de expropiaciones y nacionalizaciones, el inexistente estímulo a la inversión privada y la mínima ayuda que desde el Estado se le da al tejido comercial e industrial del país.

¿Cómo generamos, al menos, medio millón de empleos formales en corto plazo, bien remunerados y estables para cientos de miles de familias que hoy lo necesitan? Eso sólo lo lograremos si en Venezuela se crean más empresas y si las empresas que existen crecen para abrir nuevas fuentes de empleos. Para que eso suceda, hay que cambiar el modelo económico. Uno de cada cinco venezolanos de escasos recursos está desempleado, sin ingresos de ningún tipo. ¿Cómo podemos incorporar a esos venezolanos en el sistema productivo? Con un agresivo plan productivo que reconstruya el tejido industrial y comercial, para generar en el sector privado más y mejores empleos.

La mitad de quienes hoy trabajan en Venezuela están fuera del sector formal de la economía; casi 6 millones de compatriotas que, con mucho sacrificio, cada día salen de su casa a vender ropa en la calle, manejar un taxi, entregar almuerzos en oficinas o limpiar apartamentos. ¿Cómo logramos que esos millones de venezolanos ingresen a un sistema de seguridad social que los proteja? Con una política agresiva de apoyo a los emprendedores, con créditos y apoyo técnico para convertirlos en trabajadores formales o, incluso, en pequeños empresarios.

Ese es el verdadero debate, y el reto que tenemos por delante es generar un cambio en el modelo productivo, que abra las puertas del progreso y la superación para todos. Fuerza y fe, Venezuela.

Por: LEOPOLDO LÓPEZ
leopoldo.lopez@voluntadpopular.com
Política | Opinión
EL NACIONAL