La invitación es para este 1 de mayo
Será la fiesta de la Misericordia y la solicitó el propio Jesucristo en 1931 a Sor Faustina para el primer domingo después de la Pascua (fiesta) de Resurrección. Sor Faustina, de origen polaco, murió después, en 1938 a los 33 años, y fue canonizada en esta misma fecha, al igual que lo será ahora beatificado el mismo día, su paisano el Papa Juan Pablo II, quien en vida, el 29 de junio de 2002, concedió por decreto con vigor perpetuo, indulgencia plenaria para este día. Por su parte, los trabajadores celebrarán también su día internacional, en medio del crecimiento de su fe cristiana. Esta es la fiesta del siglo, tanto en el Cielo como en la Tierra.
Sor Faustina durante los últimos cuatro años de su vida escribió su diario y manifiesta en él que por mandato del Señor Jesús, en los “encuentros” de su alma con Dios, lo vio vestido con una túnica blanca. Tenía una mano levantada para bendecir y con la otra tocaba la túnica sobre el pecho. De la abertura de la túnica en el pecho, salían dos grandes rayos: uno rojo y otro pálido. (…) Después de un momento, Jesús le dijo: “Pinta una imagen según el modelo que ves, y firma: Jesús, en Ti confío. Quiero que esta imagen (…) sea bendecida con solemnidad el primer domingo después de la resurrección; ese domingo debe ser la fiesta de la Misericordia” (Diario 49).
El Papa Juan Pablo II estuvo de visita en Venezuela en febrero de 1996, y cuatro años después, en abril del 2000, canonizó a la Beata María Faustina. Y a los dos años siguientes, el 13 de junio de 2002, firma el Decreto de la indulgencia plenaria para el día de Misericordia Divina. “Se concede indulgencia plenaria, con las condiciones habituales (confesión sacramental, comunión eucarística y oración por las intenciones del Sumo Pontífice) al fiel que, en el domingo segundo de pascua, llamado de la Misericordia Divina, en cualquier iglesia u oratorio, con espíritu totalmente alejado del afecto a todo pecado, incluso venial, participe en actos de piedad realizados en honor de la Misericordia Divina”.
Ahora para su beatificación, los restos de Juan Pablo II serán trasladados desde las Grutas Vaticanas (cripta de la Basílica de San Pedro), donde está enterrado, a una capilla del templo Vaticano. El ataúd será colocado bajo el altar de esa capilla, que se encuentra en la parte derecha del templo, entrando a la basílica de San Pedro, entre la que acoge a la “Piedad” de Miguel Ángel, y la capilla del Santísimo. El ataúd no será abierto y podrán asistir todos los fieles. El Papa Benedicto XVI ha dicho que Juan Pablo II nos acompañará desde el cielo.
Será un día glorioso. Aquí en la tierra, será un día para recordar las palabras de Jesús a San Faustina: “Yo soy el Amor y la Misericordia. Quien se acerque a mí con confianza recibe mi gracia con tal sobreabundancia, que no la puede contener y la irradia sobre los otros”. “La humanidad no encuentra paz, hasta que no se dirija, con confianza, a mí Misericordia. ¡Cuánto me hiere la falta de confianza! Mi corazón sufre, pues las mismas almas consagradas desconocen mi Misericordia y me tratan con desconfianza. ¡Cuánto me hieren! El alma que confíe en mi Misericordia no perecerá, ya que todos sus asuntos son míos. El alma más feliz es la que confía en mi Misericordia, pues Yo mismo la cuido”.
¡Bueno!, ya lo que nos queda es preparar el traje para esta fecha. Del estado Trujillo, recibí la invitación de parte del padre Walkelys Araujo, párroco de la iglesia San Pedro Apóstol de Valera, y propagador de la Divina Misericordia. El programa contempla actividades desde las ocho de la mañana del 1 de mayo. Inicialmente se celebrará una eucaristía y luego a las diez, se realizarán los bautizos. El acto central se desarrollará de una a cinco de la tarde. El padre Pedro Terán ofrecerá un concierto y actuará la agrupación Pax Dei. La misa estará presidida por monseñor José Luis Azuaje, obispo de la Diócesis de El Vigía y de San Carlos del Zulia, con la presencia de Monseñor José de Jesús Núñez y monseñor Vicente Hernández Peña, obispo de Trujillo. Gracias al padre Walkelys por la invitación e igualmente deseo agradecerles allá en Boconó a los hermanos franciscanos, Rubén y José, por sus oraciones. Y un abrazo a mis paisanos, los quiero mucho. Disfrutemos de estos días tan hermosos en los que Dios derramará su gracia sobre todos nosotros.
Por: Lenín Valero
Periodista leninvalero1@hotmail.com
@valeromarquez