El Método del Discurso
¿El pueblo se equivoca? Sí, a menudo. Votó por Chávez, apoyó la locura del 11 de abril y la abstención; hoy sensatamente apuesta por la vía electoral, consciente de que Chávez no es Gonzalo Barrios, y de que no aceptará perder las elecciones por 30.000 votos.
Ahora el pueblo está arrecho con la Mesa de la Unidad. Rechaza aplazar las primarias para febrero del próximo año.
¿Tiene razón? Sí, pero no hay que exagerar, sólo pasa que el país, además de un candidato, quería ya un líder. Tendremos candidato en 10 meses, nos faltará un líder 10 meses.
El país aguardaba que de las primarias saliera un jefe de la oposición. Aun así, con esos bueyes hay que arar. Hay que aceptar la unidad, con tal de que no sea un chantaje y nos obliguen a tragar sapos y culebras con el fin de librarnos de Chávez. ¿La gente olvidará en unas semanas su indignación, la sospecha de que los partidos no habrían aprendido nada y siguen creyéndose los dueños de la democracia? Ojalá, pero se esperaba un líder, un campeón que diera la cara por el país, presente en la huelga de los enfermeros, marchando junto a los estudiantes. Infelizmente, se argumenta que es mejor evitar el desgaste del candidato, y que se prefiere una campaña breve para darle menos oportunidad a Chávez de destrozarlo. Puro derrotismo, pues. ¿Por qué no pensar lo contrario, que el candidato será el que arrincone a Chávez? Ahora la MUD necesita aclarar su política, no dar la impresión de opacidad, de que a puertas cerradas se toman decisiones sin contar con la opinión pública. A la larga, una parte del país votará por cualquier candidato de la MUD, incluso por el peor, pero para ganar abrumadoramente se requiere minimizar la abstención, entusiasmar al elector joven, probar que la oposición se ha renovado, mostrar caras nuevas. Hay que movilizar al país para un nuevo gobierno que será inevitablemente de transición y que convendría que ya aceptara la no reelección, propusiera una ley para democratizar los partidos. No nos engañemos, en América Latina el continuismo, postular las esposas de los presidentes como en Guatemala o Argentina, la reelección permanente como en Santo Domingo o Venezuela, se está volviendo la norma. Volvemos al siglo XIX.
Hay malestar en la calle con la demora de las primarias, pero aun así, hay que apoyar la unidad.
¿Qué otra cosa queda? Quizá convenga exigir un programa político mínimo y democrático y un programa económico semejante al de Lula, en el cual cuente la empresa privada, se coloquen acciones de Pdvsa en la Bolsa y Pdvsa sea una empresa mundial. Chávez se quedaría sin argumentos frente a un programa económico que tuviera de modelo a Lula y Dilma Rousseff, con idea de privatizar en vez de estatizar, con planes sociales como los de Brasil y con una política internacional independiente.
Definir una opción frente a Chávez requiere hablar con claridad sobre petróleo, las empresas estatales del aluminio, el acero y el cemento.
Hay que hablar ya del nuevo gobierno, de ese gobierno de transición, con audacia, claro, sin paralizarse por la respuesta posible de Chávez, ofreciendo una opción al país. Un programa económico semejante al de Lula.
Por: FAUSTO MASÓ
fausto.maso@gmail.com
Política | Opinión
EL NACIONAL