“Otro gran regreso…”
A yer en las filas del Gobierno se celebraba el regreso desde La Orchila -entre cartas de renuncia, copiosas lágrimas y palabras de arrepentimiento- del comandante de la revolución. Los caraqueños se prepararon desde temprano para sortear las trancas provocadas por el tsunami de autobuses que lanza sin misericordia el PSUV contra los ciudadanos cuando les da por celebrar en Caracas la matanza de Puente Llaguno o las decenas de víctimas del golpe del 4 de febrero de 1992. Se ve que les gustan los muertos, pero siempre que sean del bando contrario.
Pero desde Colombia, malvados que son, no se les ocurrió otra cosa más oportuna que anunciar ese mismo día otro regreso, más importante para la opinión pública venezolana que el del comandante, como lo es el de Walid Makled, el presunto capo del narcotráfico prisionero en la hermana república. La confirmación de que Venezuela es la nación escogida para la extradición resulta una buena y a la vez mala noticia.
Es favorable para el Gobierno que le envíen a ese preso tan relevante en el negocio del tráfico de drogas tanto nacional como internacional. No hay que olvidar que a Wakled se le sigue juicio en un tribunal de Nueva York y que Estados Unidos había realizado trámites para llevarlo a buen resguardo a una cárcel estadounidense. De manera que es un punto a favor del Gobierno.
Pero Walid Makled en Venezuela es una verdadera bomba de tiempo que puede estallar en cualquier momento, si el gobierno rojito no actúa con la sutileza necesaria, una cualidad que no lo caracteriza ni lo caracterizará jamás. De forma que su presencia puede desatar los demonios y crear un escándalo mayor que puede lesionar la estabilidad del país y salpicar a una parte significativa de la Fuerza Armada que, por lo que se sabe hasta ahora, no queda bien parada en este caso.
Lo grave de este asunto no reside en lo que Walid Makled diga cuando llegue a Venezuela, porque ya ha dicho bastante. Tiene que ver más bien con aquellas pruebas que no sólo están en su poder, sino que son compartidas con otras fuentes y testigos en el país y más allá de nuestras fronteras. El crimen organizado y el tráfico de drogas son transnacionales y no conocen fronteras.
Por su parte, el gobierno bolivariano y la Fiscalía deben explicar por qué, si tenía en sus manos desde el año 2005 informes rotundos de la oficina antidrogas venezolana sobre las actividades de Walid Makled, no se actuó ni se tomaron previsiones.
Vale la pena que la fiscal haga luz en esa sombra, anterior a su gestión.
También, en ese momento, oficiales honestos de la Guardia Nacional alertaron sobre las presuntas irregularidades que estaba cometiendo este comerciante y propietario de almacenes en Puerto Cabello. Y lo más grave es que los informes estaban acompañados de fotos, videos y testimonios de primera mano.
Nada menos.
Por: Redacción
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EL NACIONAL