“Está por verse si estamos por presenciar la
mejor amistad más breve de todos los tiempos“
Este nuevo descubrimiento de la conexión Makled-Hezbollah-Chavez, lo pone a Santos en el mismo predicamento que al novio que se arrepiente luego de haber enviado las invitaciones al matrimonio.
Es una ironía que las relaciones colombo-venezolanas dependan hoy del silencio de un narcotraficante, el venezolano Waled Makled, detenido desde el pasado agosto en Colombia. Sobre Makled pende una doble solicitud de extradición, la de Venezuela y los Estados Unidos, lo que no quitaba el sueño al Presidente colombiano Juan Manuel Santos, pues la extradición de narcotraficantes extranjeros en Colombia es asunto casi de rutina. Ahora Santos enfrenta un verdadero dolor de cabeza, porque ha saltado la liebre por donde menos lo esperaba.
Según un escalofriante artículo de Roger Noriega (en español), ex Secretario Adjunto de Estado para el Hemisferio Occidental, publicado el pasado 21 de marzo en el Washington Post, hay evidencia contundente que hace aparecer a Makled vinculado con negocios con el movimiento terrorista islámico Hezbollah, en cuatro empresas constituidas en Venezuela, cuya finalidad es dotar de fachada financiera las operaciones que esa organización terrorista tiene en el pais. Según Noriega, esta es la punta del iceberg de las operaciones de Hezbollah en Venezuela, las cuales incluyen desde reuniones entre terroristas de esa organización solicitados por INTERPOL, en Fuerte Tiuna, en Caracas, hasta el reclutamiento de venezolanos para entrenamiento y adoctrinamiento en fundamentalismo islámico Shiíta en la ciudad de Qom, en Irán.
Santos se ha enterado tarde que Makled no es un narcotraficante cualquiera. Había dado su palabra a Chavez de extraditarlo a Venezuela, creyendo que con eso hacia un acto de autoafirmación frente al displicente gobierno de Obama (quien, estúpidamente, había demorado la firma del TLC con Colombia), y de paso, consolidar su amistad con su “nuevo mejor amigo” vecino, o hipocresías aparte, mantener contento al malandro que mantiene en vilo al barrio con sus constantes cobros de peaje.
Lamentablemente para Santos, este nuevo descubrimiento de la conexión Makled-Hezbollah-Chavez, lo pone en el mismo predicamento que al novio que se arrepiente luego de haber enviado las invitaciones al matrimonio, por enterarse que ha embarazado a su novia anterior. Si le hace el desaire a Chavez y no entrega a Makled, se arriesga a recibir un balazo la próxima vez que se lo cruce en las escaleras del barrio; si cumple con la promesa, sabe que esta echándose encima a los gringos, quienes no le perdonarán haber sacrificado al testigo estrella, al contador de Al Capone. Porque los gringos pueden convivir con traficantes de cocaína, literalmente hasta las narices (nunca estuvo mejor dicho); pero permitir que el terrorismo shiíta iraní se afiance en las Américas, protegido por el gobierno venezolano, esas son palabras mayores. Que no se equivoque el Presidente Santos: aquí terminan las maneras melifluas de la diplomacia colombiana que siempre se las arregla para quedar bien con Dios y con el Diablo.
Santos tendrá que pensar muy bien si quiere seguir haciendo “nuevos mejores amigos” en su vida; este último pareciera haber sido un error. Está por verse si estamos por presenciar la amistad más breve de todos los tiempos, o del próximo error de Santos.
Por: Ignacio De León
Sábado, 2 de abril de 2011