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Lenín Valero: Venezuela espera por su hijo santo

El día que la Santa Sede anuncie su canonización. Será un día inolvidable.

EL MEDICO DE LOS POBRES

 

Para los venezolanos, José Gregorio Hernández es un santo. En cada hogar católico nuestro está su imagen y cada día crece más hacia él la estima y el aprecio. Merece ser imitado como el buen cristiano. Realmente tuvo las virtudes de un hombre santo, con humildad y sencillez amó su Iglesia, su profesión de médico, investigador, docente y a Dios sobre todas las cosas. Ahora los feligreses esperamos la orden para subirlo y venerarlo en los altares. El día que la Santa Sede anuncie su canonización, Venezuela mirará al mundo con lágrimas de emoción en su rostro. Será un día inolvidable.

Monseñor Ubaldo Santana, Arzobispo de Maracaibo y Presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana, adelantó en un encuentro de las imágenes de la Virgen de Chiquinquirá y del doctor José Gregorio Hernández, que sería una excelente idea, una vez canonizado el doctor Hernández, proponerlo como el Patrono de los laicos en el mundo, por su ejemplar vida de seglar católico, sirviendo a Dios en su país como médico y como cristiano ejemplar. Esa manifestación del Arzobispo de Maracaibo es un reconocimiento que recoge el sentir venezolano y la admiración que la Iglesia venezolana acumula desde años por el médico de los pobres, como se le recuerda en nuestro pueblo.

Sobre el doctor Hernández se ha escrito mucho. Manuel Díaz Álvarez escribió precisamente un libro titulado EL MEDICO DE LOS POBRES. Allí recoge algunos testimonios de quienes lo conocieron de cerca y entre ellos señala al doctor Luis Razetti, quien siempre discordó en ideas con el doctor Hernández, porque éste, según el doctor Razetti, “era contemplativo, de intensa vida interior, de ardiente fe que se exteriorizaba en la práctica severísima de las obligaciones que la Iglesia impone a los fieles”. Otro venezolano de excepción, el novelista Rómulo Gallegos, dijo para el momento del sepelio del doctor Hernández en 1919, que “no era un muerto a quien se llevaba a enterrar; era un ideal humano que pasaba en triunfo, electrizándonos los corazones; puede asegurarse que en pos del féretro del Dr. José Gregorio Hernández todos experimentábamos el deseo de ser buenos”.

En otro texto, Andrés Zaca Nayotl, certifica que el día de su muerte, el 29 de junio de 1919, el pueblo caraqueño exclamó espontáneamente: ¡Ha muerto un santo! Esta fama de santidad se propagó después de su muerte. Por eso el Arzobispado de Caracas inició la Causa de Beatificación y Canonización en 1948. Luego en 1986, el Papa Juan Pablo II declaró solemnemente sus virtudes heroicas, por lo cual se le otorga el título de Venerable. Desde entonces, sólo lo distancia de la beatificación y, por lo tanto, de la posibilidad de rendirle culto en los altares, la comprobación de un milagro. A lo largo de estos años se han iniciado varios procesos sobre presuntos milagros, pero hasta ahora, no han llegado a feliz término.

Los venezolanos no perdemos la esperanza, porque somos hombres y mujeres de fe. Y Dios nos dejó una enseñanza: “Pidan, y Dios les dará; busquen, y encontrarán; llamen a la puerta, y se les abrirá. Porque el que pide, recibe; y el que busca, encuentra; y el que llama a la puerta, se le abre”. (Mt 7,7-8). Estos son los días bonitos para pedirle a Dios que ayude a la Santa Sede a encontrar la razón y el camino para la canonización del doctor José Gregorio Hernández. Oremos.

Por: Lenín Valero
Periodista leninvalero1@hotmail.com
@valeromarquez