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Luis Alfredo Rapozo: ¡Vuelven los estudiantes!

En defensa de la autonomía universitaria

 

Las manifestaciones estudiantiles vuelven a ocupar las primeras páginas de los periódicos para poner sobre la mesa de discusión la manera como el gobierno no asigna los recursos necesarios para las universidades y también pone en evidencia las respuestas torpes del gobierno, ofreciendo indiferencia y acciones rompe-huelgas, para oprimir las protestas contra el régimen y su afán controlador.

Desde finales del siglo XIX, los estudiantes han estado presentes en los acontecimientos nacionales, con su voz de protesta y su pensamiento activo, recorriendo las calles en defensa de la democracia y la libertad, caminando contra cualquier gobernante que afecte la convivencia de la gente y el respeto a las instituciones.

Desde el gobierno de Antonio Guzmán Blanco se observa la presencia de los estudiantes en el acontecer nacional, como producto de las luchas sociales que se dieron en la sociedad venezolana.

La liquidación del caudillismo, la creación de un ejército nacional y la red de carreteras, que contribuyó, además, a eliminar los enclaves económicos tradicionales, se convirtieron en medidas que sirvieron de base para una mayor concentración del poder político y fortalecieron, notablemente, al gobierno e hicieron imposible el estallido de “revoluciones” como las que fueron frecuentes hasta 1903.

Durante el largo período de Gómez fueron liquidados los restos de los partidos tradicionales, conservadores y liberales, que habían motorizado las luchas políticas en el siglo XIX. Sin embargo, la modernización del ejército planteó a Gómez un nuevo tipo de oposición surgida en las filas de los oficiales egresados de la Escuela Militar, que en connivencia con intelectuales y estudiantes, empezaron a conspirar contra el dictador.

Con este nuevo tipo de oposición a la dictadura, se cierra el capítulo de las “revoluciones” tradicionales y se inicia el ciclo de los golpes de estado dirigidos por militares.

La oposición de los estudiantes a la autocracia, que se había iniciado en la época de Guzmán Blanco, renació durante la dictadura de Gómez y se manifestó en forma de protestas públicas. Como consecuencia de esta actividad política de los estudiantes, muchos jóvenes fueron desterrados y la Universidad Central -mi alma máter- permaneció cerrada por 11 años.

En 1928, las protestas y los discursos libertarios pronunciados por algunos líderes estudiantiles, produjeron la detención y el encarcelamiento de más de 200 estudiantes, “lo más granado de la juventud venezolana”. Pero el encarcelamiento de los jóvenes, a su vez, desencadenó una ola de protestas de diversos sectores sociales y de huelgas espontáneas que se mantuvieron, por varios días, durante los cuales, la dictadura se vio obligada a ceder y dejó en libertad a los universitarios detenidos en el Castillo de Puerto Cabello.

Este movimiento del 28 se tiene como el primero y más exitoso de masas, conocido en la historia política del país. De sus cuadros dirigentes salieron los líderes, que tras la muerte de Gómez, empezaron a organizar nuevas agrupaciones políticas doctrinarias, “enteramente diferentes, en su esencia y en sus procedimientos, de los viejos partidos”.

Hoy día está en juego la autonomía de las universidades. Para nadie es un secreto que el gobierno de Chávez quiere controlar y convertir las mismas en un bastión de su aparato político.


LUIS ALFREDO RAPOZO
luisrapozo@yahoo.es
@luisrapozo