“Ojalá que nuestros militares respeten la
voluntad electoral del pueblo venezolano..”
La prensa mundial reseñaba el viernes la brutal ofensiva de las tropas mercenarias de Gadafi contra la zona este de Libia, tomada aún por los opositores que ahora lucen debilitados ante la masiva artillería lanzada ferozmente por aire y tierra. Mientras esta espantosa matanza ocurre (Gadafi tiene “decenas de miles de millones en efectivo guardados en Trípoli”, según The New York Times, “lo que le permite prolongar su lucha a pesar de la congelación internacional de sus activos”) los titubeos del Consejo de Seguridad de la ONU (CSONU), de la OTAN y de los gobiernos occidentales sobre la aprobación de la zona de exclusión aérea que permitiría, al menos, detener la masacre de los Sukhoi en manos del genocida, indignan a los ciudadanos democráticos del mundo.
El CSONU aprobó hace días sanciones económicas contra Gadafi que incluían la congelación de sus milmillonarias cuentas, el embargo de la venta de armas a su régimen y la denuncia de sus atrocidades como crímenes de lesa humanidad que deben ser juzgados por la Corte Penal de La Haya, decisiones que se han aplicado con escasa o nula eficiencia. Asombra que el jueves, el Secretario de Defensa de EEUU, Robert Gates, dijera que la presencia de barcos de la OTAN en la zona no puede forzar la aplicación del embargo de armas, pues se necesita una nueva resolución del CSONU, porque en la anterior se estableció el embargo pero “no ha dado autoridad para su aplicación a los Estados de la Alianza”. Lejos de amainar los ataques mortíferos contra su pueblo ante la resolución del CSONU, Gadafi los ha intensificado. Su hijo y vocero Saif al Islam ,dijo que no va a negociar así las potencias occidentales intervengan en Libia y anunció una operación de ataque en gran escala, aún más terrible que las anteriores. Con el argumento repetido por los dictadores que secuestran la representación popular y dicen encarnarla, el hijo del sátrapa declara que “el pueblo libio, nosotros, nunca nos rendiremos, nunca daremos la bienvenida a la OTAN, nunca jamás daremos la bienvenida a los estadounidenses aquí”. Comprueben cómo asume la personificación del pueblo libio, el mismo pueblo al que él, su padre y sus mercenarios están masacrando. Y añade: “Libia no es un juego de niños, no somos Mickey Mouse”. Y en efecto, no son Mickey, ni Libia es Disneyland. Corresponsales informan que los bombardeos aéreos son muy intensos y “van acompañados de cohetes, morteros, carros de combate y artillería, además del despliegue de tropas terrestres que están diezmando la resistencia rebelde y dejando una hilera de cadáveres y tierra arrasada a su paso”. Entre tanto el CSONU está maniatado por la negativa de China y Rusia a aprobar una zona de exclusión aérea (se están curando en salud dados sus antecedentes) y la OTAN opta por la ambigüedad: dice estar “lista para actuar” en Libia y anuncia el envío de más barcos al Mediterráneo. Acción por demás inútil, si tomamos en cuenta las palabras del secretario de Defensa de EEUU.
Citábamos la pasada semana lo dicho por el excanciller australiano y copresidente de la Comisión Internacional sobre Intervención y Soberanía de los Estados, Gareth Evans, a propósito del genocidio libio: “La soberanía no es un permiso para matar”. Con la excusa de la “soberanía”, pisoteada por miles de mercenarios extranjeros que obedecen las órdenes sangrientas de Gadafi, se está masacrando al pueblo libio, en el que reside la verdadera soberanía. Y se le masacra ante la negligencia de unos organismos internacionales enmarañados en una burocracia diplomática estéril y, por ello, cómplice de éste y de muchos otros genocidios.
Si en Egipto y Libia sus ciudadanos se alzaron masivamente contra sus gobiernos ¿qué hizo que Moubarak, con 32 años en el poder, se viera obligado a renunciar a la Presidencia y Gadafi, con 42 años de dictadura, siga masacrando al pueblo libio, mientras la ONU, la OTAN deshojan la margarita y China y Rusia cuidan sus intereses? La respuesta debe interesarnos mucho a los venezolanos. La Fuerza Armada egipcia, integrada por profesionales de carrera militar y no milicias instruidas para disparar contra quienes protesten, apoyó al pueblo egipcio al comprobar que mayoritariamente estaba en contra de Moubarak.
Aunque los venezolanos acudimos a la OEA para denunciar los atropellos del régimen totalitario de Chávez, sabemos que estamos solos en esa lucha, como lo está hoy el pueblo libio. La “Revolución” de Chávez, como la de Gadafi, no son pacíficas, ambas están armadas y tienen milicias con idénticos fines. Ojalá que nuestros militares respeten la voluntad electoral del pueblo venezolano, el único donde reside la verdadera soberanía. La que libera, no la que es un permiso para matar.
Por: MARTA COLOMINA | EL UNIVERSAL
mcolomina@gmail.com
domingo 13 de marzo de 2011