Venezolanas se encuentran entre las
víctimas del mal uso de sustancias
■ Los rellenos con biopolímeros pueden causar daños irreversibles e incluso la muerte.
Una dermatóloga de Maracay le recomendó a María Elena que se rellenara algunas imperfecciones del rostro hace 2 años. Ella, de 53 años de edad, nunca había recurrido a tratamientos estéticos. Sin embargo, por tratarse de la dermatóloga de su hija, atendió la recomendación. Cada una de las inyecciones que recibió en el entrecejo, el mentón y la zona nasogeniana le causó un daño permanente.
“Como era una médica con buena fama, jamás pensé que me pondría algo que me pudiera hacer daño. Era polimetilmetracrilato. Se me inflamó la cara 3 semanas después y cuando volví me puso otras inyecciones que me pusieron la piel más delgada. Estuve 7 meses sin salir de mi casa, me quería suicidar. Imagínate, las nalgas te la puedes tapar porque te pones un pantalón, pero la cara no. Esa mujer me destruyó en 20 minutos”, expresa.
María Elena confió en la experiencia de un cirujano que le extrajo pedazos del plástico solidificado de varios puntos del rostro. Parte del tejido quedó comprometido por lo que requiere una segunda intervención quirúrgica a la que no quisiera someterse. “Después de este calvario tengo miedo de que me vuelvan a tocar la cara”, dijo.
María Rosa tampoco estaba del todo conforme con su cuerpo, especialmente con el tamaño de sus glúteos.
Pensaba que cuando hacía dieta quedaba plana por detrás.
Una amiga le aconsejó acudir a una reconocida clínica en Puerto Ordaz a hacerse un tratamiento con “inyecciones de células expansibles”, que en realidad también contenían polimetilmetacrilato.
“Cuando me dijeron que era un médico quien lo aplicaba en una clínica, yo no pregunté más nada. Uno se ciega. Me enseñó el empaque sellado, hablaba como si ese producto era el único que servía. Como es un tratamiento mágico y rápido me lo puse”, recuerda.
La mujer, que al igual que María Elena prefiere mantener a resguardo su identidad, salió del consultorio con 250 cc del líquido en cada una de sus nalgas. Tres años después la zona cercana al cóccix luce enrojecida y con un abultamiento que le produce un dolor intenso con solo tocarlo. La sustancia se convirtió en una masa que se alojó en su columna.
Pasó tres meses acostada y sin poder trabajar. Un médico le recetó corticoides que le permitieron volver a sus actividades, pero reaparecieron las dolencias. La ingesta prolongada de cortisona le causó síndrome de Cushing, o el aumento de la hormona cortisol, que hoy padece.
La esteticista que le inyectó los glúteos a Ana María en un centro estético de Los Palos Grandes en Caracas, le dijo que el producto era el más confiable del mercado. Eso fue en el año 2000. Hoy continúa con las dolencias.
“Se me inflamaron de tal manera que parecían dos bolas de tenis. Eso migró al sacro, ahora se me inflama una vez al mes y no puedo solucionarlo porque no es operable. Mi vida cambió drásticamente, yo ni puedo fregar. No puedo cargar a mi hija de tres años, ni agacharme, tampoco puedo pasar sentada mucho tiempo”, indica.
Ana María también ha recurrido a la cortisona para aliviar su dolor y está consciente del daño que se está causando. Advierte a todos los que han pensado en recurrir a las inyecciones estéticas que investiguen primero y pide a las autoridades médicas y sanitarias venezolanas que actúen para evitar que haya más víctimas.
“Sé que encontraré a alguien que me quite esto del sacro, pero estaré dañada por los esteroides. He denunciado en el Colegio de Médicos y en la policía, pero ninguno ha hecho nada”, afirma.
María Elena, Ana María y María Rosa son tres de las personas que han recurrido a tratamientos con biopolímeros como el polimetilmetacrilato. María Rosa es la autora del blog http://noalosbiopolimeros.blogspot.com donde se explican experiencias y se hace referencias a otros casos similares por el uso de este material.
La sustancia puede encontrarse en el mercado con varios nombres entre ellos biofil, células expansibles o silicona líquida. Es nociva porque no puede ser absorbida o expulsada del cuerpo.
Sin cura:
El cirujano plástico Daniel Slobodianik explica que todos los biopolímeros basados en polimetilmetacrilato son de origen sintético y aclara que el ácido hialurónico y el colágeno son los únicos que pueden ser absorbidos por el cuerpo por su origen animal.
“Esos productos son temporales y duran entre 3 meses y 2 años. El cuerpo los absorbe porque son tejidos.
El paciente debe estar alerta:
1 cc de colágeno, cuesta entre 1.000 y 1.500 bolívares. Para poder inyectar un glúteo, con colágeno se necesitan entre 250 a 500 cc por glúteo, lo que equivale a 80.000 bolívares aproximadamente. La gente se inyecta los glúteos en la calle por 4.000 bolívares porque lo que usan es polimetilmetracrilato”, advierte.
El médico recuerda que las prótesis son hechas de polimetilmetracrilato recubierto con silicón para evitar el contacto directo con el organismo. Los biopolímeros inyectables, en cambio, son introducidos directamente en el cuerpo humano. Por ser líquidos pueden migrar a cualquier parte del cuerpo, incluso al torrente sanguíneo causando embolias o la muerte en el mismo momento de su aplicación.
“La aparición de las complicaciones ocurre en el 100% de las pacientes aunque varían en la gravedad. La única forma de extraerlo la sustancia es con cirugía, pero es muy difícil que se pueda sacar completamente”, explica.
CirugiaPlastica.com.ve es un portal de información en Cirugía Plástica exclusivo del Dr. DANIEL SLOBODIANIK CORREA, cirujano plástico de la ciudad de Caracas – Venezuela.
Por: LISSETTE CARDONA
lcardona@el-nacional.com
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