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CHARITO ROJAS: Crista Lina ofensa

“En pleno carnaval murió Lina Ron…”

 

Un corazón cargado de odio y violencia no soportó mas la pesada carga. Murió en su ley, con la carabina al hombro y declarando su incondicional amor por su Comandante, amor que ella defendía de la única forma que conocía: a plomazo limpio. Liderizó la cara más fea de la revolución (si es posible una más horrorosa que otra), la de la lucha urbana armada, la de las hordas violentas, la de la ofensa y el irrespeto, la de defecar en todas las instituciones, incluida la Iglesia Católica.

Su muerte ha provocado una oleada de alabanzas a su condición de “luchadora social” (título que se da a quienes no tienen uno legal), una glorificación de su persona y de sus violentas gestas, algo que sólo es posible en esta Venezuela de antivalores construida desde el alto gobierno como cara pública de su revolución. Que ellos amen a Lina, está bien. Que la reconozcan como líder de los grupos violentos financiados por el gobierno, también; que les duela perder esa ficha clave en su plan de violencia contra los ciudadanos y las instituciones, okey. Que se vayan todos en procesión a enterrarla, no podían hacer menos por la camarada caída. 

Los bárbaros que todo lo confían a la fuerza y a la violencia nada construyen, porque sus simientes son de odio”.     José Martí

Pero que el Presidente de la República, el Canciller, Ministros, diputados, en fin toda la clase gobernante hagan guardia de honor, es sencillamente el reconocimiento hacia la agresión, irrespeto, marginalidad, primitivismo, desacato a las leyes, que encarnaba Ron…

Vamos a estar claros: el que Lina Ron haya muerto, no la santifica ni la absuelve de las gravísimas faltas que cometió en vida. El que defendiera un ideal, no justifica sus conductas irritantes y fuera del contexto de una sociedad civilizada. Su ejemplo es deleznable, tanto viva como muerta. Y la presencia del tren gubernamental en ese sepelio callejero sólo habla de su comunidad de intereses, de la aceptación de la violencia como método de acción, de la innegable cercanía a conductas delictivas que son de esta forma reconocidas como parte del modus operandi de quienes lamentablemente gobiernan este país.

Las palabras de Hugo Chávez frente al ataúd de Lina Ron, son sencillamente inaceptables. Citémoslo textualmente: “Lina vivió cual Crista, dedico su vida a la lucha por los que más sufren, por los más humildes, por los oprimidos y me hace recordar, viéndola aquí, al Cristo crucificado. Pero, como Cristo, dio su vida por el pueblo, dio su vida toda por el pueblo, se entregó entera… El más grande revolucionario, como Cristo, así fue Lina y tenemos que seguir el ejemplo para seguir purificando la revolución…”. De modo que defender su causa revolucionaria con fanatismo, atropellando derechos ajenos, burlándose de la ley e instituyendo su propio código bandolero, es ser como Cristo. Este es el criterio presidencial, que rechazamos como católicos y como venezolanos. Ese abuso verbal convierte la conducta de Ron en un ejemplo a seguir por la cuerdita de radicales que prefieren las piedras antes que la razón para defender su status de mantenidos del proceso. Todavía la recordamos tomando con un grupo armado la sede del Arzobispado de Caracas, escupiendo insultos contra el Cardenal, los obispos y la institución religiosa. La religión mayoritaria de Venezuela es la católica y esta comparación insólita de Lina Ron con Jesucristo es una grave ofensa del Presidente hacia los católicos venezolanos.

Episodio indignante, fiel reflejo de la tragedia que vivimos. Hoy Miércoles de Ceniza, es día de arrepentimiento de los pecados para los católicos. Es el momento en que nuestra religión nos recuerda, para bajarnos los humos de la soberbia terrenal, que polvo somos y en polvo nos convertiremos. Esta es una religión de misericordia, que perdona a quien se arrepiente. Pero también es justa para condenar a quienes no lo hacen e insisten en hacer daño. Por eso nos consuela saber que hay una Justicia Divina que no puede ser presionada, amenazada ni chantajeada por ninguna dictadura terrenal. Esa es la justicia que estará juzgando a Lina Ron, igual que juzgó a Luis Tascón, a William Lara y a Muller Rojas. La misma Justicia verdadera que nos juzgará a todos nosotros. Hoy es un buen momento para enderezar conductas, renovar la fe, rescatar valores y actuar para el bien.

AQUÍ ENTRE NOS

• La Santa Capilla, un templo histórico en Caracas, corre el riesgo de desaparecer por falta de mantenimiento. Ubicada a una cuadra de la Plaza Bolívar, fue inicialmente una ermita que Diego Losada ordenó construir en 1567 en honor a San Cristóbal, para que lo salvase de las flechas de los indios. Destruida por incendios y terremotos, fue finalmente reconstruida como se encuentra hoy día por el afrancesado Presidente Antonio Guzmán Blanco, en 1883, como una réplica en menor escala de la gótica Saint Chapelle de París. Desde esa época es hogar de una congregación criolla, las Siervas del Santísimo Sacramento. La Santa Capilla, como otras edificaciones religiosas e históricas, se incluía en los presupuestos oficiales. Al quitársele el subsidio, las hermanas lo mantenían con las limosnas de las adoraciones y donaciones, pero desde que en la plaza de enfrente ( llamada Andrés Eloy Blanco pero rebautizada como Plaza de la Revolución) los chavistas de Lina Ron hicieron su apostadero, la afluencia de fieles ha bajado tanto que las Siervas han tenido que cerrar parcialmente esta bella iglesia, que alberga en sus entrañas las tumbas de muchos ilustres venezolanos y un precioso mural, “La multiplicación de los panes” del valenciano Arturo Michelena. Las lluvias de diciembre ocasionaron daños severos a la infraestructura, por lo que las monjas se han visto en la necesidad de lanzar una campaña solicitando ayuda. Los venezolanos que quieran hacer aportes para salvar de la ruina a este Patrimonio Nacional pueden escribir a la Hermana Niuska Reyes Lovera: niuskareyes@yahoo.com y ella les dirá qué hacer.

• El actor Sean Penn estuvo aquí en Carnavales. Su tercera visita en dos años. Dijo que para dar las gracias al gobierno venezolano por sus aportes a los damnificados de Haití. Pero la sospecha es que busca una tajada para la producción de una película sobre el terremoto que asoló la isla. El combo hollywoodense ha sacado lo suyo de este gobierno. Pregunten si no a Oliver Stone. O a Danny Glover, que se llevó 20 millones de dólares en el 2007 para un film sobre afrodescendientes que aún nadie ha visto. Como decía mi abuelo: “Todos los días nace un pendejo y el que lo agarre es de él”.

Hasta el próximo miércoles.

Por: Charito Rojas
Notitarde | 9 Marzo, 2011