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AGUSTÍN BLANCO MUÑOZ// Hugo: ¡o matamos o se acaban nuestras revoluciones!

Hugo: ¡o matamos o se acaban
nuestras revoluciones…!

 

“Mi muy querido Hugo:  No sabes cuánto me alegra tu carta de solidaridad. Sé que tienes conciencia de que tú y yo, bajo el calor paterno de Fidel, somos lo único que hay de verdadero socialismo. El mío es marca Verde y el tuyo siglo XXI.

Y tienes razón. Si a mí me tumban, tú te quedarías guindando y solitario porque ya hasta Raúl Castro nos saca el cuerpo. La única identificación mundial con la revolución somos los dos.

Ya yo lo dije en Mi Libro Verde, que no Rojo Mao: mi socialismo está inspirado en la propia naturaleza, en los sueños verdes de la vida.

Soy portador de la teoría que emana de nuestra religión eterna y de un marxismo alejado de la burocracia y la desfiguración de la doctrina como la que hicieron los soviéticos y chinos.

Mi propósito no es el poder para las élites o vanguardias sino para el pueblo quien hoy gobierna nuestra patria en forma directa. A mí me gusta que tú te hayas copiado la simbiosis única e insustituible que elaboré.

Cuando la historia reclamó de mí un sacrificio, no vacilé en aportarlo y le atesté un golpe de Estado a la monarquía que impedía el avance de la causa popular. Y desde 1969 me sacrifico por mi patria.

Soy el Padre de un proceso que tú te has copiado de lo lindo y que se aparta del salvaje capitalismo y del socialismo choreto.

El mío es el bonito y junta lo mágico-religioso, con el romanticismo, positivismo y el marxismo bueno.

Y me encargué además de demostrar que aquí en el mundo musulmán se podía hacer un socialismo que rescatara los viejos postulados de la justicia y la equidad y le he dado a la población la mejor forma de vida y al conjunto de los países árabes el mayor de los ejemplos.

Así, siento que la humanidad está en deuda conmigo aunque yo, al igual que tú soy sólo ¡una simple paja en el huracán de la historia!

Hoy siento que sobre mí recae mucha mezquindad y envidia. Muchos occidentales que ayer me exaltaban como uno de los más grandes héroes de la humanidad, ahora me quieren tirar al pajonal.

Y no entiendo por qué. Yo me he cuidado de estar en la buena con todo el mundo. No he vacilado en hacer un amplio y extendido reparto de nuestra riqueza petrolera y gasífera. Y le he dado beneficios a un pueblo que me ama y defiende.

La UE o EEUU saben de mis bondades y buenas posiciones, por eso no puedo entender que ahora hasta pidan mi cabeza.

Yo me he puesto a perseguir la contrarrevolución y no se me ha enfriado el guarapo para mandar a matar a esas ratas.

Porque sé que hay que actuar con rapidez. En este mundo están ocurriendo cosas que la simple mente no es capaz de entender. Es una especie de historia computarizada en la que Wikileaks, Facebook, Twitter e Internet juegan un papel tan decisivo que muchas veces marcan hasta pauta para acciones de combate.

Y uno ni siquiera llega a entender cómo se inician y desarrollan los acontecimientos. Lo único que sé es que un día de este febrero me informaron que había protestas por todas partes y que pedían que yo me fuera.

Lo primero que hice fue reírme porque no creía que en un país en el que todo el mundo me venera y me rinde el mayor de los cultos, se pudiera dar un acto de desobediencia como ese.

Luego vi que la cosa iba en serio y que el efecto Ben Alí y Mubarak llegaba a Libia. Y aparecieran los que se atrevieron a identificarme con esos dictadores pidiendo mi salida del mando-poder y hasta mi vida. Y de inmediato respondí mandando a matar. Nuestras revoluciones tienen que salvarse.

En ese momento, por cierto, recordé tus palabras cuando tuviste el gesto bien de pinga, como tú dices, de entregarme la Espada de nuestro Colega Simón Bolívar, que tiene tan de cabezas a los llamados escuálidos.

Todo el mundo sabe hoy que la verdadera democracia está aquí. Por eso acostumbré a mi pueblo a quererme frenéticamente y a obedecerme. Y fíjate, yo no soy Presidente, sino mucho más que eso: el Guía Mayor, el líder y la inspiración central de la revolución libia y mundial.

Ahora me acusan de supuestos crímenes de lesa humanidad y yo lo único que hice fue mandar a matar las ratas y lo volvería a hacer si se trata de salvar nuestras revoluciones.

A la ONU le cuesta mucho aprobar una invasión porque yo soy el único que garantiza la paz en Libia. Lo otro es la guerra civil interminable.

Claro, yo sé que los enemigos avanzan y que tienen apoyo de los yanquis, de Al Qaida, o de algunos miembros de la UE como Italia. Pero yo cuento con unas fuerzas mercenarias sólidas que no me traicionarán.

Y no olvidemos nunca que somos guías dispuestos a inmolarnos por nuestras revoluciones. Y además, tú el 11A-02 y yo en este febrero de gran prueba, demostramos que no vacilamos en tomar medidas duras pero inevitables.

Y finalmente, tal y como dijo Fidel, nadie puede concebir a un Gadafi huyendo o rendido. Si es de morir, moriré combatiendo por mi Revolución Verde al lado de la iglesia de mis súbditos.

Yo obligaré con mis actos cada vez más heroicos a que todo el mundo exclame: ¡Viva Muamar Gadafi!

Y si tú haces lo que antes hacía Cuba y me mandas una División Roja Rojita de 25.000 hombres, al mando de generales como Mata Mata, Benavides Torres o Rangel Silva a combatir por mi Causa Verde, otra será esta historia.

Te aseguro que mi pueblo dirá entonces: ¡Viva Hugo, camarada revolucionario y aliado eterno, a pesar de su socialismo-comunismo!”.


AGUSTÍN BLANCO MUÑOZ | EL UNIVERSAL
@ablancomunoz
viernes 4 de marzo de 2011