Tampoco se salvan los militares
1 El asunto con los militares. Delicado. Sutil. Hasta peligrosón.
¿Qué hacer? Sencillo.
Cuando ganemos, ningún militar activo será movilizado por razones políticas. Ningún militar será retardado por razones partidistas. Ningún militar será castigado por razones ideológicas. Por mucho que alguien se haya desgañitado gritando: “Patria, socialismo o muerte”, su carrera militar será respetada. Desde luego que ese grito político, medio cubanoide, será removido, cambiado. Quizás quede uno más o menos así: “Patria y vida” o “Patria democrática y libre”. Ya veremos.
2) Todos y cada uno de los militares que se hayan ido de baja, en los años rojos, por sentirse perseguido política o ideológicamente podrá regresar al seno de la Fuerza Armada con la antigüedad acumulada que le toque. Si se fue hace cinco años y para la fecha de su reingreso le corresponde un grado superior, pues, el militar de que se trate, recibirá el ascenso correspondiente. Justicia para todos.
3) Petróleo. Bueno. Hay que subir la producción a 5 millones. Convertir a Venezuela en uno de los primeros productores petroquímicos y bioquímicos del mundo. Transformarnos en una potencia que se pierda de vista en todo lo relativo al procesamiento del crudo. Alcanzar un nivel tal que sólo productos derivados puedan ir al mercado. Reducir la exportación de crudo a cero.
Seguir con el apoyo a los países del Caribe, incluido Cuba, pero señores, que paguen, si no pagan, le cortamos el suministro. A bajarse de la mula. Firmar alianzas con los que saben de petróleo. Con las 10 empresas más grandes del mundo, sean de Irán, de China o de USA. Las 10 más grandes. Firmar convenios con los 10 países de mayor producción. No importa si es Rusia o Noruega.
Con los 10 más poderosos. Ver el petróleo como negocio, como forma de desarrollo y no como arma política y mucho menos como argumento para sellar alianzas, compromisos y subordinaciones de países pequeños. Y hacerlo en condiciones atractivas para nosotros y nuestros socios.
4) El precio de la gasolina. Es un escándalo. Una vergüenza. Un despilfarro. Una rochela. Un bochinche. La propina usual que los consumidores regalan al recibir un tanque lleno del preciado líquido es más alta que la factura del servicio. Todo el mundo sabe que es un derroche brutal. Chávez le tiene miedo a subir los precios. Le “juye” al 27 de febrero.
Al Caracazo. Está preso de sus propias amenazas, temores, errores y demagogia. Le tiene miedo al pueblo. Bueno, ¿qué hacer? Debemos preparar un referéndum consultivo. Preguntarle al pueblo venezolano si está de acuerdo con aumentar el precio de la gasolina a 0,3 ó 0,5 bolívares fuertes. Y el aumento debe ir 100% para la construcción de viviendas. Fíjense en los cálculos. 750.000 barriles diarios de gasolina son 119,25 millones de litros (159 litros por barril) lo que equivale anualmente a 43,5 millardos de litros. Si lo subimos a 0,5 bolívares, para un aumento neto de 0,4 bolívares, estarían entrando adicionalmente al Tesoro cerca de 21,8 millardos de bolívares. Si cada vivienda básica la calculamos en 150.000 bolívares, el ingreso adicional serviría para construir 145.000 viviendas que sumadas a las 105.000 del presupuesto ordinario, resultan en 250.000 casas anuales. Por lo tanto, resolveríamos el feo asunto de la pobreza en materia de viviendas en menos de 6 años. Sería una victoria fabulosa. Hay que confiar en el pueblo e ir al referéndum. Como se sabe, vamos a ganar las elecciones y hay que prepararse. La gente tiene que saber cómo vamos a gobernar. A opinar.
Por: EDUARDO SEMTEI ALVARADO
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