Se desempeñó como
director de Elecar
■ A los 92 años de edad falleció en Caracas uno de los más grandes exponentes de la libre empresa y el respeto de las ideas.
Muy pocas veces las mentes brillantes suelen esconderse en la sencillez de la cotidianidad, la humildad de corazón y la tolerancia dentro de la diatriba de las ideas. Ricardo Zuloaga, en cambio, tomó estos atributos como bandera en su larga vida.
Si de algo careció siempre fue de arrogancia intelectual.
El legado de su apellido lo respetó al demostrar siempre cercanía y respeto por los demás.
Hijo de Ricardo Zuloaga Tovar, fundador de La Electricidad de Caracas, este caraqueño aprendió desde muy pequeño que las grandes empresas son las que contribuyen al desarrollo de cada ser humano, de la sociedad en su conjunto, del bienestar social de una nación.
Entendió que el mejoramiento de la calidad de vida también depende de la educación. Por ello contribuyó a la fundación de instituciones como la Universidad Metropolitana; así como del Centro de Divulgación del Conocimiento Económico y del IESA.
De gestos amables, conversación llana y respetuoso, Don Ricardo, como también lo llamaban, siempre fue ejemplo de sencillez. Manejó su propio carro hasta que los ojos se lo permitieron y, según quienes lo conocieron, era capaz de desaparece de la vista de los demás para reaparecer luego advirtiendo con humor que estaba comprando un chip para su teléfono.
La Universidad Central de Venezuela fue su alma mater.
Cursó estudios de posgrado en el MIT, Massachusetts Institute of Technology. Fue director de Elecar, presidente de inversiones Tacoa.
Recibió la Orden Mérito al Trabajo, la Orden Andrés Bello y la Francisco de Miranda. En su libro Las virtudes de la libre economía escribió: “En algún mo- mento deberá producirse un gran esfuerzo nacional hacia la reconstrucción del país, de su economía y sus instituciones; y entonces habrá llegado el momento de plantear con fuerza la modernización de nuestra nación”.
Ricardo Zuloaga se marchó el 25 de febrero en la noche. El legado mayor que dejó entre sus hijos, nietos y amigos fue su profunda fe en que Venezuela puede ser una tierra de oportunidades para todos.
Por: B. V. A.
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