“El sometimiento cesa cuando el pueblo
y sobre todo los jóvenes se rebelan…”
Ningún dictador abandona voluntariamente el cargo. Cuba acaba de rechazar la petición de la ONU de democratizarse como Egipto y Túnez. Raúl Castro debe estar arrepentido de haber dado cierta libertad a los reprimidos internautas cubanos, quizá para celebrar el regalo del muy costoso cable submarino que Chávez pagó, una vez más, con dinero esquilmado a los venezolanos. El contagio tunecino y egipcio sigue extendiéndose por el mundo árabe. La oposición Libia denunció más de 10 muertes durante las protestas del “Día de la ira” contra el dictador Gadafi . Los tiranos saqueadores del tesoro público y que se resisten a abandonar el poder utilizando sus sanguinarias milicias, están temerosos del fin que les espera al mirarse en el espejo de Ben Alí y Mubarak. El brutal exdictador tunecino recién sacado del poder por las masivas protestas populares, sufrió un accidente cerebrovascular en Arabia Saudí y está en coma. A Mubarak no parece irle mejor. A los dos ya les han congelado en Suiza las cuentas con fortunas mal habidas y la justicia de sus países siguen indagando en el resto del mundo.
En Venezuela, Gobierno y oposición siguen atentamente los acontecimientos egipcios y no porque esa crisis haya hecho subir el petróleo por encima de $100, lo que da un respiro al gran dilapidador. Los venezolanos estamos atentos a tales hechos (preocupantes para unos y envidiables para otros) porque se originaron en causas que en Venezuela existen casi copiadas al carbón. Y decimos “casi” porque de los venezolanos se ha dicho que no somos suizos pero, a juzgar por las protestas masivas de tunecinos, egipcios, yemeníes, libios y hasta iraníes, tampoco somos árabes. En Caracas ha estado una veintena de estudiantes en huelga de hambre frente a la OEA reclamando la libertad de los presos políticos, incluidos los hoy casi abandonados diputados Pilieri y Mazuco, sin que las organizaciones estudiantiles universitarias, ni partidos políticos ni el Gobierno les prestasen atención alguna hasta que se encendieron las alarmas después de transcurridos 17 días de ayuno. ¡Y pensar que la chispa que incendió la pradera tunecina fue un joven de 23 años que se inmoló en la plaza para expresar su rechazo a la represión, la pobreza del pueblo y las injusticias del dictador Ben Alí! Su sacrificio provocó una ola de indignación popular que produjo la salida del dictador.
En Túnez, pero sobre todo en Egipto, fueron los jóvenes (en su mayoría de clase media) quienes demostraron a través de las redes sociales ser el motor que movilizó a los egipcios y los convirtió en una fuerza invencible. Aun más que el sorprendente triunfo de Obama gracias a su hábil uso de Internet, “la revolución cibernética de Egipto” -como la denomina The New York Times- emprendida por 15 jóvenes, logró movilizar masivamente a lo egipcios y derrocar a Mubarak. Narran David Kirpatrik en The NYT y Francisco Carrión en El Mundo de Madrid, que estos 15 chicos nacieron por el tiempo en que Mubarak arribó a la presidencia. Todos ellos profesionales universitarios, pertenecen a la generación Facebook, aunque han permanecido sin rostro, dada la criminal eficacia de la policía secreta egipcia y su sistema de espionaje. El más notorio de ellos es Wael Ghoning, ejecutivo de Google, detenido durante 12 días y quien después de la caída de Mubarak ha salido en la prensa como el vocero del grupo. Su capacidad organizativa fue asombrosa. Hicieron pruebas en barrios de El Cairo y diseñaron horarios estratégicos hasta producir el estallido popular. Se movieron tan ágilmente a través de la red, que no hubo “inteligencia” policial capaz de descubrirlos. Cuando se “filtraba” que protestarían en una mezquita y la policía se presentaba allí, ellos estaban manifestando en un barrio rodeados de pueblo. Hasta idearon una fórmula para frenar los feroces ataques de los “partidarios” de Mubarak (que resultaron ser policías de civil): los jóvenes usaron barras de acero para romper el pavimento y sacar piedras con las que se defendieron e hicieron grandes barricadas. Estos “héroes digitales” sintieron enorme ira ante la brutalidad policial, la miseria circundante y estaban hartos de ser sometidos por un dictador desde que nacieron y del enorme desempleo juvenil en todos los sectores. En su cuenta Twitter, Wael Ghoning dejó escrito lo que nuestros jóvenes en huelga de hambre frente a la OEA también dicen: “La libertad es una bendición por la que merece la pena luchar”.
“Todo Gobierno totalitario requiere silencio y sometimiento del pueblo” denuncia el Bloque de Prensa Venezolano ante la arremetida del régimen contra los medios e Internet. Sometimiento que cesa cuando el pueblo y sobre todo los jóvenes se rebelan. Ahí están Egipto y Túnez para demostrarlo.
MARTA COLOMINA | EL UNIVERSAL
macolomina@gmail.com
domingo 20 de febrero de 2011
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