Artillería de oficio
Sin duda, el tema Gustavo Dudamel ha sido tabú desde su aparición batuta en mano en el cierre definitivo de RCTV.
Atrás quedó su ambigüedad para hacerse a un lado de un gobierno desprestigiado por su precariedad democrática, para ser reconocido como máximo exponente del socialismo musical bolivariano y ficha clave dentro de la propaganda y promoción internacional del régimen chavista. En el pasado reciente, benefactores de la Orquesta Sinfónica de Los Ángeles que lo contrataron (2009-2019), aun cuando respetan su afinidad política, pidieron que tuviera menos exposición junto a Hugo Chávez debido al claro antisemitismo de la revolución venezolana que afecta a la Filarmónica de Los Ángeles, aún más, cuando la mayoría de sus patrocinantes y muchos de sus integrantes son judíos.
José Antonio Abreu, por el contrario, es una figura que trasciende más allá de sus simpatías por el régimen. Si bien es cierto que el Sistema de Orquestas no depende en su totalidad del dinero del Estado venezolano, la logística para su estabilidad, en parte, depende del Gobierno nacional. Abreu es una personalidad que ha sabido navegar con gran habilidad en todos los gobiernos y toldas políticas; incluso, fue ministro de Cultura de Carlos Andrés Pérez. El extinto ex presidente fue quien lo apoyó vivamente y de manera decidida en los inicios del Sistema de Orquestas, que hoy es utilizado para promocionar una abominación revolucionaria.
Nadie cuestiona la capacidad gerencial del maestro Abreu, pero todos comentan tras bastidores que su proyecto, creado a su imagen y semejanza, hará difícil la sucesión.
En sectores democráticos se ha vendido la idea que Abreu se “ha inmolado” para salvar el sistema. Nada más falso y absurdo. Abreu tiene todo el derecho de profesar la afinidad política que quiera, y, al mismo tiempo, es conveniente que tenga buenas relaciones con un gobierno que le brinda apoyo a las orquestas, pero no es cierto que sin Chávez el sistema colapsaría.
El prestigio internacional que alcanzó Abreu es tan poderoso que con sólo unas llamadas conseguiría en otros gobiernos o instituciones multilaterales los recursos que pudiera negarle el régimen. De hecho, el teatro sede del sistema se logró gracias al apoyo incondicional del Banco Interamericano de Desarrollo, con la condición irrevocable de tener una administración autónoma e independiente.
El problema con Dudamel radica en que su imagen, además de estar ligada al Sistema de Orquestas, está cada vez más politizada e identificada con el chavismo, aunque su trabajo está centralizado en Los Ángeles y en las orquestas mundiales a las que es invitado y extraordinariamente bien remunerado. Si de verdad le interesan los miles de jóvenes que forman parte del Sistema de Orquestas, que deje al maestro Abreu hacer de obsequioso con el régimen y no forme parte del circo chavista, ni sea cómplice de un régimen que intenta condicionar la libertad de pensamiento de los jóvenes venezolanos, empezando por quienes integran las orquestas del país.
Ni Abreu ni Dudamel hicieron referencia, al menos pública, ante el cierre del Ateneo de Caracas, ni fijaron posición sobre los museos y centros culturales que han sido saqueados y prácticamente cerrados ni por las diversas academias que no comulgan con la revolución y sufren recortes presupuestarios. Por el contrario, Dudamel no se lo piensa dos veces para venir a Venezuela en momentos en que Hugo Chávez necesita urgentemente un refrescamiento de imagen en el exterior.
Autocracias y dictaduras siempre han tenido directores y músicos predilectos como propagandistas. Pero muchos se hundieron con los dictadores.
Por: MARIANELLA SALAZAR
msalazar@cantv.net
Política | Opinión
EL NACIONAL
Comments are closed.