“Dejar que Chávez hablara en vivo y uniformado
fue más un error que otra cosa…”
Paciano Padrón, diputado al Congreso durante el 4-F/92, afirrma que el Presidente teme a 2012 El experto en Derecho Constitucional pregunta: “¿Habría hoy una Asamblea capaz de revocarle el mandato al Presidente? ¿Se sometería a un juicio del Tribunal Supremo?”.
Paciano Padrón, profesor de Derecho Constitucional de la Universidad Central de Venezuela, vivió el 4 de febrero de 1992 en su curul de diputado del Congreso. Fue uno de los pocos que se negó a levantar la mano para aprobar la suspensión “incondicional” de garantías constitucionales.
Asimismo, fue contado entre los que “con la señal de costumbre” aprobaron la separación del cargo de Carlos Andrés Pérez, para que fuera a juicio por peculado.
Sin embargo, allí estuvo en Miami, para asistir al entierro de quien, a su juicio, sí supo respetar la Constitución.
“Dejar que Chávez hablara uniformado…”
–El 4-F los insurrectos contaron con el silencio cómplice del Alto Mando Militar y sociedad civil… ¿Cómo se pueden repartir responsabilidades?
Ese fue un movimiento esencialmente militar. Realmente la presencia civil fue insignificante, sin participación de ninguna naturaleza. Era más bien una especie de contemplación, de admiración, no había participación activa, hasta donde tengo conocimiento. En nuestra historia republicana hemos tenido desarrollo de procesos cívico-militares; como el 18 de octubre de 1845, cuando Rómulo Betancourt y gente de su generación lideraron un proceso que dio al traste con el gobierno de Isaías Medina.
–Hay quienes afirman que sí hubo participación civil…
Bueno, que pudiera haber civiles que conocían y que de alguna manera respaldaban desde afuera, eso es probable, pero repito, sin ninguna significación. Nada que ver, por ejemplo, con el 23 de enero de 1958 o aquel 18 de octubre de 1945.
–¿Qué opina sobre el desacato del Alto Mando Militar a la orden de no dejar que Chávez hablara en vivo y con su uniforme?
Creo que eso terminó siendo más un error que otra cosa. Para mi libro llamado ‘Manual del Orador’, que por cierto va para su sexta edición, por razones meramente pedagógicas le pregunté a Chávez sobre el ‘por ahora’ desde el punto de vista oratorio, en cuanto a si él había pensado esa frase como punto central. Me dijo que fue improvisado, estaba saliendo en vivo y no lo sabía. Ese discurso es de una gran trascendencia y muestra a un líder, líder que hoy no existe.
–Usted advirtió sobre el peligro de una dictadura a tan sólo dos meses del 4-F/92 ¿En qué se basaba?
-No era difícil, porque no se trata de un acto de adivinación, sino de observación de los hechos históricos. La historia está en el ayer, pero no es cosa del ayer, se renueva indefinidamente en cada momento de la vida, y la de Venezuela ha sido signada por el ‘gendarme necesario’, es la historia del militar para establecer orden, disciplina, para manejar mejor los recursos, para establecer seguridad.
–¿Es usted de los que piensa que en estos momentos no existe la democracia en Venezuela?
La mayoría de los indicadores están señalando que no hay democracia. El primer elemento, y sobre esto no creo equivocarme como constitucionalista, no existe democracia sin separación de poderes, es el signo más inequívoco. Desde hace ya más de 200 años, en la época de Rousseau, eso quedó perfectamente claro; tiene que haber separación de poderes para que la democracia pueda operar. En este país eso no existe: de manera absoluta y tajante todos los poderes públicos dependen de la exclusiva voluntad del presidente de la República.
–Estuvo presente en el funeral de Carlos Andrés Pérez a pesar de que eran rivales políticos…
-Quise estar allí, precisamente cuando me preguntaba si ese hombre, bien juzgado por los hechos indebidos que cometió, no era en el fondo un demócrata. Me preguntaba yo, ¿es que el Presidente hoy se sometería al veredicto independiente de la Asamblea? ¿Habría una Asamblea capaz de revocarle el mandato? ¿Se sometería a un juicio del Tribunal Supremo? ¿Habría un Tribunal Supremo capaz de juzgar con autonomía y condenar al Presidente? Cuando me di cuenta de que las respuestas a esas preguntas eran negativas me fui a rendir homenaje a los restos de Carlos Andrés Pérez, en reconocimiento a un hombre que fue capaz de acatar la Constitución.
–Sin embargo, usted fue uno de sus acusadores…
Sí. Actué, no sólo como acusador ante el Tribunal Supremo de Justicia, sino que levanté mi mano en el Congreso para separarle de su cargo, a efecto de que fuera sometido a juicio, y en eso precisamente consiste la democracia. Pero hay más:
Acción Democrática era partido mayoritario en ese Congreso, y fue capaz de sacar a uno de sus militantes de la Presidencia de la República. Yo me pregunto hoy, ¿el Partido Socialista Unido de Venezuela levantaría su mano con criterio propio para sancionar al Presidente de la República? Es evidente que antes, con todas las imperfecciones, había democracia, había separación de poderes.
–¿Qué recuerda del 4 de febrero?
Yo era diputado y ese día sesionamos sobre la suspensión de garantías constitucionales que había decretado el Presidente de la República muy temprano. El Congreso ratificó la suspensión en una sesión donde todo parecía indicar que la moción sería aprobada por unanimidad. Rafael Caldera llegó un poco tarde, ya se había tomado decisión, y pronunció aquel importante discurso haciendo resaltar la sintonía con las propuestas de cambio planteadas por Chávez y quie nes lideraban ese grupo militar. El planteamiento de acelerar un proceso de reforma en la política venezolana tenía asidero.
–Había una esperanza de cambio, pero ¿estaban conscientes como diputados de lo que significaba construirla sobre la ruptura del hilo constitucional?
-Por supuesto. He ahí una de las cosas que probablemente influyó para que, luego, ese proceso no corriera con la mejor suerte, y se contituyera en un hecho deplorable.
–¿Cuestiona la posición que asumieron entonces en el Parlamento?
-No estuve de acuerdo en aprobar incondicionalmente la suspensiónde las garantías, sobre todo con ese término, ‘incondicionalmente’. Eso lo manifesté en el Comité Nacional de Copei a primeras horas de la mañana, antes de ir al Parlamento. Me parecía que lo que estaba ocurriendo debía tener una interpretación, para poder adelantar por la vía democrática los cambios que la gente estaba reclamando. Había que ponerle el oído al corazón del pueblo.
–¿Cree que Chávez entregará el poder si sale derrotado en las elecciones de 2012?
Pensar en Hugo Chávez tal como uno lo ha visto hasta hoy, diciendo en 2012 ‘he sido vencido en las elecciones por fulano de tal, por eso entrego el poder’, no creo que pase. Siento que ha perdido todo valor ético y evitará a toda costa asumir la responsabilidad máxima de abandonar el cargo, porque sabe que no hay manera de zafarse de la cárcel, el signo sobre Chávez es pagar con privación de libertad los inmensos delitos que ha cometido.
Él sabe que no puede irse a cuidar sus morrocoyes en La Chavera. Ahora, ¿que evite que haya la elección o simplemente se adulteren los resultados, como tantas veces ha ocurrido en Venezuela? Eso es posible. Todos recordamos cómo en noviembre de 1957 Marcos Pérez Jiménez recogió las actas electorales para totalizar los votos, diciendo que el Consejo Supremo Electoral no sabía hacerlo bien, y él mismo, a través del Ministerio del Interior, sumó los votos, dio los resultados y se proclamó ganador, cuando todo el mundo sabía que esa no era la verdad. También recordamos a un Fujimori que
desconoció el resultado electoral, se apropió indebidamente de un tercer período de la Presidencia de Perú, pero a los pocos días tuvo que salir corriendo, porque simplemente los estallidos sociales y políticos son indetenibles.
Por: Hiram Aguilar Espina
Maracaibo, 9 de febrero de 2011
POLÍTICA VERSIÓN FINAL
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