Jalar, entre nosotros,
es sinónimo de adular
Y ello según el diccionario significa: “Una alabanza baja e intencionada, hecha con cálculo para halagar al otro, con el propósito de ganarse su voluntad para fines interesados”. Y entre sus sinónimos más oscuros están el servilismo, la sumisión, el apocamiento y otras que atentan contra nuestra dignidad e integridad.
Perniciosa costumbre, pues.
Buena parte del país se ha dedicado en la nueva era a ese deporte, sobre todo en los círculos cercanos al poder, dado que tenemos un caudillo y estos generan espontáneamente culto a la personalidad. Hasta se ha inventado y difundido ampliamente el término de “focas” (esos simpáticos animalitos que baten sus aletas unas contra otras con aparente júbilo) para designar a aquéllos que ponen especial entusiasmo en aplausos, sonrisas y ditirambos.
Es tan público y cotidiano el fenómeno que no vale la pena detenerse en sus variadas, hiperbólicas y omnipresentes manifestaciones.
A lo que vamos es que el objeto de la profusa jaladera, que no sólo recibe gozosamente sino las propicia con el mayor empeño, no está exento de practicarla él mismo.
Nuestra tesis es que el caudillo jala y a lo mejor es el que más jala. Si partimos del supuesto de que Chávez es un populista y que el populismo puede definirse, entre otras maneras, como una manipulación retórica del pueblo cuyo objeto es crearle estados sentimentales que sustituyen lo que no se le da y debería dársele, pues nada más parecido a la adulancia. Y de suyo hemos presenciado como Chávez ha gastado miles de horas en estos doce años en ensalzar sus virtudes, su genealogía heroica, su bravía fidelidad, el goce del mar de la felicidad que disfrutan y otras lisonjas.
Si le ha declarado su amor infinito, si se ha fundido con el (yo soy el pueblo), si le ha prometido villas y castillas que no llegan nunca, si le ha mentido flagrantemente, azotado a sus “enemigos”, si le ha ofrecido su vida y ha besado ancianos y niños a granel pues no queda sino medir la escala ciclópea de sus carantoñas.
Como el fin final del populismo es mantenerse en el poder hay sectores con los cuales se es especialmente zalamero. Por ejemplo los compañeros de armas. Lo que ha sido difícil dada la pesada carga histórica que llevan sobre sus hombros, serio escollo para convertirlos en demócratas, revolucionarios y abnegados servidores del pueblo. Por lo tanto en esos hijos de Bolívar ha empleado cuanto adjetivo glamoroso ha encontrado, no sea cosa que tengan malos pensamientos.
Igualmente como no se puede andar solo caminando por este globalizado planeta no se deben escatimar ni dineros ni ficticias hermandades. Y como ya no encuentra muchos honorables que lo acojan (ya no persigue a Obama y lleva con seriedad su matrimonio obligado con Santos) pues también se practica con cualquiera así sean teócratas despóticos, el último dictador de Europa, el sicario de Zimbabue o el descocado de Kadafi, para no hablar de Fidel…
Lo que hace más tristes las cosas. De que jala, jala.
Debe considerarla una muy loable y eficaz manera de relacionarse con sus semejantes. En el mundo militar, por ejemplo, el cabo puede postrarse ante el sargenteo y éste a su vez puede hacerlo con el teniente y así.
Por: FERNANDO RODRÍQUEZ
Comments are closed.