“Para los que aún creen en el comandante…”
Esta semana, los titulares de prensa han puesto en evidencia algo que para muchos hace casi 12 años era intrascendente: Las siniestras posibilidades de un gobierno revolucionario socialista-comunista impuesto a la fuerza. Y es que el entonces candidato a la presidencia Hugo Chávez se constituía en la única opción ante un sistema político agotado por estupidez propia y por obra y gracia de fuerzas foráneas.
El hecho es que para gran parte de la población el teniente coronel simbolizó el cambio, la diferencia, la gobernabilidad. Pero lo que no hicieron los ilusos y coyunturales adeptos fue pensar en el tipo de cambio que ofrecía, dónde estaba la diferencia y en cuál era el precio de esa gobernabilidad. Hoy, el cambio del comandante se sustenta en la mentira, la prebenda, la corrupción y el insulto a sus disidentes.
El teniente coronel miente cuando habla de su amor a los pobres y que ya el 2019 va a acabar con la pobreza; hace prebenda cuando reparte a diestra y siniestra bonos y cheques dentro y fuera del país, que endeudan pero que seguro se traducirán en votos; legaliza la corrupción con abogados contratados para “meterlos nomás”; y calla o mejor desaparece cuando sus ex compañeros revolucionarios pero todavía amigos y seguidores, arremeten contra la ciudadanía venezolana.
Entonces, ¿cómo es posible que los venezolanos y las venezolanas hayan elegido a un presidente que aprendió a hacer política entre las paredes de los cuarteles, cuya lucha de izquierdista de los 60 y 70 defendía hasta llegar a una intentona militar el 4 de febrero de 1992?, ¿cómo, el teniente coronel, podría devolver los favores de su triunfo sino a través de más oportunidades para mejorar la calidad de vida de los venezolanos?, ¿cuál sería el importe de esa factura sindical? Sus seguidores han tomado todas las dependencias públicas del Estado.
Hacen lo que quieren, ¡incluso negocian!, quizá porque somos de la cultura del diálogo, negocian sus derechos y obligaciones y se comprometen a acabar con la miseria, con la pobreza, y lo juran.
¡QUÈ BLASFEMIA! ¿Dónde se ha visto esa patética falta de Estado, esa ausencia de valores y respeto a la vida? ¿Dónde estamos señores? Una de las estupideces de gobiernos anteriores fue hacernos pensar que ellos nunca caerían… ¿hoy podemos seguir pensando que esto es así? ¿Que la renta petrolera combate el hambre de nuestro empobrecido pueblo? sí, en parte nadie lo niega, pero por Dios, hagamos algo, no sigamos alimentándonos con promesas, bonos, cheques y discursillos demagógicos.
Démosles oportunidades de trabajo, generemos riqueza, dejemos de ser corruptos y de tirarnos la plata en obsequios, en cadenas de televisión y propagandas del gobierno en la prensa y gratis en las televisoras con el aval de la fulana ley resorte. Para los que aún creen en el comandante quiero decirles que el odio, la mentira, la prebenda, el abuso de poder y la corrupción no construyen futuro ni vida. Lo que dan, es lo que tenemos hasta ahora. “UNA CALAMIDAD”
Por: Zenair Brito Caballero
britozenair@gmail.com
