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NiñaDeLaCalle: El soldado que hundió a Venezuela (I)

En Venezuela tenemos a un soldado gobernando al país, y piensa que puede hacer lo mismo que en el cuartel, esto es, mandar y los demás obedecer

¿Qué es un soldado?

(Primera parte)

La definición más común y general que uno puede encontrar, en cualquier enciclopedia o libro especializado, es la de que “es un individuo que se ha alistado voluntariamente, o en cumplimiento de un servicio militar obligatorio, en las fuerzas armadas de un país soberano, recibiendo entrenamiento y equipo para defender a dicho país y sus intereses”, pero, también, para decirlo de modo claro, “es la pieza fundamental de toda maquinaria de guerra”.

Sin embargo, para tener éxito en una contienda, una máquina de guerra tiene que tener soldados disciplinados y entrenados. Soldados que tienen que obedecer todas las órdenes sin cuestionarlas. Soldados que tirarán la granada, lanzarán el misil crucero, dispararán el kalashnikov (AK-47) cuando se les diga y sin rechistar. La última cosa que necesita una máquina de guerra es soldados que hagan preguntas y tomen sus propias decisiones sobre qué órdenes seguir. Se necesitan robots, no personas con capacidad de pensar.

Desde tiempos inmemoriales han existido los ejércitos, ya sea para conquistar más territorios, o para defender los suyos. En los tiempos prehistóricos y en las primeras épocas históricas los ejércitos no existían como tales. Las fuerzas armadas consistían en grupos que entraban en combate cada cierto tiempo con el propósito de defender o conseguir tierra para la caza o el pastoreo. La creación de asentamientos estables en el valle del Tigris-Éufrates (Turquía, Irak y Siria) y a lo largo del río Nilo (Uganda, Sudán y Egipto) produjo el empleo paralelo de ciudadanos-soldados para protegerlos. Más tarde, por ejemplo, las ciudades-estado griegas mantuvieron cuerpos de milicia capaces de unirse y formar un gran ejército. La superior organización y la estricta disciplina de aquellos ciudadanos-soldados, u hoplitas (soldados de a pie), ayudaron a conseguir grandes victorias en batallas, como Maratón y Platea, durante las Guerras Persas del siglo V a.C.

Así que, resumiendo mucho, pasando por los espartanos, que introdujeron el concepto de falange, la primera formación táctica de relieve; siguiendo luego con Filipo II de Macedonia, que creó un gran ejército estable, añadiendo fuerzas de caballería a la falange e introduciendo la utilización de la pica larga y, posteriormente, con su hijo, Alejandro Magno, que destruyó el Imperio persa, organizó el primer sistema militar de suministros y creó la infantería ligera como vínculo entre la falange y la caballería; llegando hasta los cartagineses (el general cartaginés Aníbal, en su marcha sobre Roma, durante la Segunda Guerra Púnica, transportó 30.000 hombres, caballos y elefantes e infligió una aplastante derrota a los romanos en la batalla de Cannas, en 216 a.C., cuyo ejército envolvió y destruyó) y romanos (hacia el 200 a.C. Roma instituyó por primera vez la conscripción -precedente histórico de lo que hoy se conoce como servicio militar obligatorio- de todos los hombres aptos entre los 17 y los 46 años de edad), pasando por el feudalismo hasta llegar a los ejércitos entre los siglos XVI y XVIII (siendo España considerada como el primer país europeo que contó con un ejército estable convencional. El núcleo de esta fuerza del siglo XVI eran cuatro regimientos de infantería de 7.000 hombres dotados de picas y armas de fuego); los ejércitos napoleónicos que contaban con una artillería móvil, muy bien equipada, y una infantería dotada de una elevada moral, concluyendo con los ejércitos modernos, los soldados siempre obedecen sin preguntar, y no reflexionan, o lo hacen superficialmente, sobre los Principios de Nuremberg* (vigentes a partir de finalizada la Segunda Guerra Mundial) o sobre los Convenios y Protocolos de Ginebra (que ya los comenté en otra ocasión aquí mismo).

En Venezuela tenemos a un soldado gobernando (sustitúyase siempre “gobernar” por “desgobernar”, que es lo suyo) al país, y piensa que puede hacer lo mismo que en el cuartel, esto es, mandar y los demás obedecer. Un soldado que cree que el pueblo que gobierna está compuesto por más soldados, obedientes, sumisos, disciplinados, mansos, manejables y resignados… y aquí está su error. Los ciudadanos y ciudadanas no somos más de los suyos, no somos sus soldaditos, no formamos parte ni de regimientos, ni de batallones, ni de pelotones, ni de cuanta parafernalia militarista nos ha querido endosar a “machaca martillo”. Los militares deben estar en lo que les es propio, es decir, a marcar el paso, desarmar y limpiar su fusil y bayoneta, tener relucientes las botas, el cinto, el correaje y el uniforme, y no salir de sus cuarteles… todo ello dentro del marco constitucional y del más absoluto respeto a las leyes (cosa que en Venezuela es como pedirle peras al olmo).

Los ciudadanos y ciudadanas de este país sí pensamos, sí reflexionamos y, por lo tanto, no tenemos porqué obedecer órdenes, consignas, arengas o proclamas de corte militarista-belicista-fascistoide, adornadas con una supuesta ideología de izquierdas que, según él, sacará al pueblo de su desgracia y pobreza. En realidad, en la cabeza de este sujeto impresentable que nos mal representa, la tal ideología de izquierdas no existe. Durante años, y de manera recalcitrante y machacona, ha venido mintiendo y engañando a los/as venezolanos/as con infinidad de castillos en el aire que, como nubes, se disipan de forma instantánea. Es lo etéreo de su pensamiento… y de sus acciones. Observemos, si no, como contrapeso a lo que dice, que la pobreza es cada vez mayor en Venezuela, pero, la culpa, porque a alguien hay que echársela y así se evita reconocer los propios y gravísimos errores, siempre la tienen otros. Los ricachones, adscritos a su cohorte de aduladores y listillos de turno, cada vez son más (éstos son, realmente, quienes mandan y hacen barrabasadas de toda índole, mientras el otro permanece en Miraflores y asoma, cada domingo y con cara de yo-no-he-roto-un-plato-en-mi-vida, en su “Aló, Presidente”, para contarnos amenas y chistosas historietas relativas a la “Guerra de las Galaxias”, o de “ET”, o de “Mortadelo y Filemón. Agencia de Información”).

La escasez de alimentos, debido a su nefasta política económica, sube cada día un peldaño más con nuevos elementos que se añaden a la ya larga lista de productos de la cesta básica que no se encuentran ni por asomo. El despilfarro económico, en dólares, que no es moco de pavo, es apabullante, y cuando se tire de la manta, se verá que el auténtico tamaño del “agujero” no habrá tenido precedentes en la historia del país. La delincuencia, tanto organizada como la desorganizada, que “tanto monta, monta tanto”, campea por sus fueros y se vive en una permanente angustia esperando ser asaltado, o muerto, en cualquier instante, todo ello gracias al desmadre de un gobernante que no tiene ni la más repajolera idea de cómo conducir el país… Y de este modo, un larguísimo “no pares de contar” que tiene a Venezuela al borde del colapso absoluto, si no lo está ya, y que para recuperarse significará movilizar cielos y tierra, pues, es muchísimo más fácil destruir que construir.

Bien decía Marx (Groucho, por más señas), en una de sus célebres frases, que: “La inteligencia militar es una contradicción en los términos”, porque, impepinablemente, esto es lo que se da de lleno en el personajillo que rige, con verdadero desatino, los destinos de Venezuela. Chávez es militar, y punto. ¡Qué gravísimo error haberlo colocado donde está! No tiene absolutamente nada de inteligente. Balbucea incoherencias chabacanas, a cual más estrambótica, todos los días y sin sonrojarse en lo más mínimo, lo que provoca también, no pocas veces, la vergüenza ajena. No tiene luces de ninguna clase, y ni siquiera sabe lo que es un código de honor militar. Muchos militares están acostumbrados a mentir “para salvar el pellejo”, lo que se convierte en algo compulsivo, entre otras razones, para evitar las broncas de sus superiores o el calabozo, y trasladan esta aberrante y despreciable forma de comportamiento a todos los aspectos de sus vidas (vean, si no, el lamentable espectáculo del lastimoso Arias Cárdenas… un individuo que lo que da es auténtica pena… y náuseas). El resultado es que cuando un soldado gobierna una nación puede pasar cualquier cosa, menos vivir en tranquilidad y con calidad de vida. Todo se torna en amenazas, guerreros y guerras. Colocar a un soldado a gobernar es ni más ni menos que hundir a un país en el infortunio, porque no están diseñados mentalmente para el juego de la política, en su sentido más noble, sino para la refriega, el combate, las estrategias marciales, las artimañas y argucias castrenses, que nada tienen que ver, ni se corresponden, con la vida del civil, con la del ciudadano de a pie. Aquellos militares que gobernaron una nación y lo hicieron bien, o regular, son, simplemente, la excepción que confirma la regla. En consecuencia, y parodiando a Groucho Marx, en Venezuela “surgiendo de la nada hemos alcanzado las más altas cimas de la miseria”.

Por último, resulta conveniente exponer aquí lo que decía la juez canadiense Louise Arbour, Alta Comisionada de la Oficina de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, cuando fue nombrada, en 1996, Fiscal Jefe para los crímenes de guerra del Tribunal Penal Internacional para Ruanda y del Tribunal Penal Internacional para la ex-Yugoslavia, que “La ley es lo que separa a un soldado de un asesino”. Mucho expediente se está acumulando sobre los personajes de los funestos gobiernos del siniestro Hugo Chávez… y también sobre él mismo. Seguro que en los tribunales los veremos, no tengamos la menor duda de esto. Tiempo al tiempo, ya que, lo único que hay que tener es fortaleza, esperanza, paciencia y tenacidad en la conquista de la genuina Democracia (con mayúscula, por descontado).

Mientras tanto, la oposición, bien, gracias, pintando la mona y cazando musarañas, para no variar.

*Principios de Nuremberg:

● Principio I
Cualquier persona que cometa actos que constituyan un crimen bajo las leyes internacionales será responsable y, por consiguiente, sujeto a castigo.
● Principio II
El hecho de que las leyes internas no impongan castigo por un acto que constituya un crimen bajo las leyes internacionales no exime a la persona que cometió el acto de su responsabilidad bajo las leyes internacionales.
● Principio III
El hecho de que una persona que ha cometido un acto que constituye un crimen bajo las leyes internacionales sea Jefe del Estado o un oficial responsable del Gobierno no le exime de la responsabilidad bajo las leyes internacionales.
● Principio IV
El hecho de que una persona actúe bajo las órdenes de su Gobierno o de un superior no le exime de la responsabilidad bajo las leyes internacionales, siempre que se demuestre que tenía posibilidad de actuar de otra forma.
● Principio V
Cualquier persona acusada de un crimen bajo las leyes internacionales tiene el derecho de un juicio justo ante la ley.
● Principio Vl
Los crímenes que se enumeran a partir de aquí son castigables como crímenes bajo las leyes internacionales:
(a) Guerra de agresión:(i) La planificación, preparación, iniciación o comienzo de una guerra de agresión, o una guerra que viole los tratados internacionales, acuerdos o promesas;
(ii) La participación en un plan común o conspiración para el cumplimiento de cualquiera de los actos mencionados en (i).
(b) Crímenes de Guerra:
Las violaciones de las leyes o costumbres de la guerra que incluyen, pero no están limitadas a, asesinato, trato inhumano o deportación como esclavos o para cualquier otro propósito de la población civil de un territorio ocupado, asesinato o trato inhumano a prisioneros de guerra, a personas sobre el mar, asesinato de rehenes, pillaje de la propiedad pública o privada, destrucción injustificada de ciudades, pueblos o villas, o la devastación no justificada por la necesidad militar.
(c) Crímenes contra la humanidad:
Asesinato, exterminio, esclavitud, deportación y cualquier otro acto inhumano contra la población civil, o persecución por motivos religiosos, raciales o políticos, cuando dichos actos o persecuciones se hacen en conexión con cualquier crimen contra la paz o en cualquier crimen de guerra.
● Principio VII
La complicidad en la comisión de un crimen contra la paz, un crimen de guerra o un crimen contra la humanidad tal y como fueron expuestos en el Principio VI, es un crimen bajo las leyes internacionales.


Viernes, 15 de febrero de 2008
Por: NDLC.



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