A la hora de juzgar a un gobierno,
se le demuele o se le ensalza
Nuevamente quiero y me veo en la necesidad de plantear el debate sobre el periodismo de opinión en el país; su libertad, su responsabilidad, su credibilidad y su relación con el poder, entre otros aspectos.
Esto lo hago porque he venido observando, que algunos periódicos regionales para quienes escribo, no han vuelto a publicar mis columnas, quizás porque no les parece o no les interesa el contenido de las opiniones allí dadas o no se en verdad ¿cuál es la causa?.
Envió semanalmente dos artículos a cada diario, y observo que estoy siendo apartada después de muchos años en esta dura tarea que no es tan fácil como muchos creen, que requiere tiempo, dedicación, estilo literario, sintaxis gramatical y calidad de redacción, aunado a una capacidad análisis y de síntesis para meter un tema en 35 líneas o cuartilla y media y muchas veces solamente 3000 caracteres.
Por ello pienso y no me amedrenta porque son botones de muestra sobre la vigencia del momento político que vive Venezuela.
En primer término hay que decir que siempre es bueno y sano para la democracia discutir, de manera permanente, abierta y transparente, las relaciones entre los medios de comunicación y el poder; relaciones que son polémicas, por múltiples razones, pero principalmente por cuestiones políticas, por el manejo de la publicidad y la propiedad de los medios de comunicación, entre otros factores.
Leo mucho los grandes columnistas de El Nacional, El Universal, Tal Cual, El Nuevo País y creo que me han dejado muchas enseñanzas por su experiencia en el periodismo pues yo no lo soy y lo que ellos escriben es un buen testimonio sobre la historia contemporánea del país y de todo lo que ha sucedido en estos últimos doce años de gobierno socialista-comunista y las relaciones de los medios con el poder estatal y con la política en general; pero también con el poder de los grandes grupos económicos, el poder irregular gubernamental, la corrupción; el capítulo del proceso de periodistas como Leocenis García y el Padre Palmar, lo de la Juez Afiuni, el de los diputados presos que no se les permitió juramentarse, los periodistas de Globovisión y las relaciones entre los periodistas de oposición y el gobierno del teniente coronel.
El Editorial de estos diarios vale la pena leerlos y nos permitimos recomendarlo a nuestros columnistas, colaboradores y lectores, en general.
En el mismo se ratifican esas relaciones conflictivas entre el poder y los medios, problema que sucede en Venezuela, al igual que en toda América Latina y el resto del mundo. Por mi parte, advierto mi preocupación por el riesgo que en Venezuela se esté ejerciendo lo de “un periodismo pasional” hacia el gobierno, particularmente en las páginas de opinión.
A la hora de juzgar a un gobierno, se le demuele o se le ensalza. La pasión se impone sobre una visión fría y objetiva de la realidad. Algunos columnistas toman partido a ciegas. Y así, en vez de orientar a la opinión, contribuyen a desorientarla, Y agrego que no todo es luz o sombra.
Necesitamos como nunca un periodismo ponderado y objetivo en vez de un periodismo pasional, entregado, genuflexo y exaltador del yo y de los que dan puras loas al teniente-coronel y a su gobierno comunista. Considero conveniente agregar que esa opinión es libre y de colaboración al diario, pero debe ser responsable y esa responsabilidad, desde cualquier ángulo del espectro ideológico, es un compromiso con el lector, que es en última instancia quien decide a quien lee y a quien le cree.
Quien ejerce ser articulista o columnista de opinión puede tomar partido, a favor o en contra de este gobierno comunista, pero en uno y en otro caso se arriesga a perder su principal activo: su credibilidad. De mi parte, como columnista pluralista y abierta de tantos años en los medios, reitero que el columnista o articulista, que ejerce el periodismo de opinión, y en la mayoría de las veces no es como en mi caso periodista, sino abogado, psicólogo, economista, médico, educador, o tiene cualquier otra profesión, sea de izquierda, o de derecha o de centro; amigo o enemigo de un gobierno (nacional, estadal o municipal), debe opinar y escribir con fundamento, no escribir por escribir muchas veces simplezas que si son publicadas en primera plana.
Se debe opinar con conocimiento de causa, con respeto por las instituciones y las personas, y con el único fin de ilustrar a la opinión sobre temas de actualidad y de interés general, ojalá no sobre historias personales y anecdóticas. Por supuesto, el único límite es la Constitución y la ley; pero debe primar siempre el principio de comentar y opinar de buena fe, hacerlo a conciencia, y buscando el bien común Por último, insisto, que en el periodismo de opinión, son los lectores quienes tienen la opción de leer a todos y – sin tragar entero, porque no lo hacen – analizar los argumentos de uno u otro columnista, sobre tantos y diversos temas y sacar sus propias conclusiones. ¿CIERTO?