Cuando el dolor se agudiza en
el parto, la felicidad se asoma
En estos momentos se sienten las contracciones previas al alumbramiento, se observa el sufrimiento de todos. Un nuevo país está a punto de nacer gracias al amor valiente que del Cielo nos viene de Dios y de la tierra lo heredamos de la mujer, de la madre embarazada.
En el transcurrir de estos años vivimos muchos sinsabores, penas y llantos, nos equivocamos entre lo bueno y lo malo, ya muchos de los nuestros han muerto, otras cosas han desaparecido, añoramos unas y extrañamos otras, nos avergonzamos de algunas, pero no hemos perdido la dignidad. La lucha ha sido frente a frente y con coraje. La incorporación militante ha sido lenta, pero constante hacia acá y no hacia allá.
Nos equivocamos al entregarle el mando a la soberbia y a la prepotencia. Hemos tropezado varias veces con la misma piedra, en oportunidades sentimos el frío de la punta de bayoneta y ahora se asoma de nuevo, estuvimos cerca de la libertad y no le fuimos fiel, nos aventuramos por lo desconocido, buscamos los atajos para no enfrentar la realidad del camino real o para buscar llegar primero que los demás, y allí nos han emboscado.
Hoy todos estamos en el mismo corral, en el mismo encierro: los de allá y los de acá. Ambos sentimos la furia de la opresión y del despotismo. Los soberbios tienen en ristre la bayoneta, porque su voz perdió autoridad, sus promesas defraudaron por incumplirlas, la burla a la buena fe de un pueblo, creó desilusión, y la amenaza a la disidencia los dejó desnudos del manto democrático. Pobre de ellos que buscan la fuerza para acallar a un pueblo.
Nosotros volvemos a la búsqueda de la sabiduría, el mejor regalo que Dios da a los hombres en los momentos de tempestad y cuando el amor a su Patria los anima. Lo sabio está en la organización, en la actitud militante y en la disposición unitaria. Por allí hemos venido caminando, pero debemos acelerar el paso sin mirar atrás, sabiendo que en el camino no vamos solos, vamos todos. Desde lejos se asoman las bayonetas, allá ellos.
Lo mejor de todo es que aún nos queda tiempo para preparar y mejorar nuestra organización. Todos los espacios democráticos son buenos, aprovechemos los que nos quedan y los que podamos constituir en los meses venideros. Tenemos partidos políticos sólidos, organizaciones gremiales con sana vida, sindicatos con líderes valientes, organizaciones no gubernamentales modernas. La cosa viene buena, la felicidad se asoma, porque Venezuela va dar a luz un nuevo país.