Fue anunciada como la
panacea del siglo XXI
Hace meses el primer mandatario nacional anunció la creación de un producto financiero, que sería otorgado por el Banco de Venezuela, para ayudar a los venezolanos en su poder adquisitivo, una suerte de extensión del salario, bajo la figura de financiamiento a tasas preferenciales, que permitiría a estos privilegiados venezolanos adquirir alimentos, bienes y servicios provenientes de las entidades públicas que los prestan, tales como Mercal, Pdval, Éxito, Conviasa, etc.
El anuncio presidencial fue por demás polémico, por la vehemencia que el primer mandatario le imprimió; se trató de decir que esa tarjeta de crédito, “Cédula del Buen Vivir”, no es una tarjeta de crédito, sino un plástico que servía para comprar y luego pagar a plazos con intereses; incluso, el Presidente señaló que había apelado a un diccionario para buscar palabras que sustituyeran la tradicional locución “tarjeta de crédito” que era un símbolo del capitalismo, del consumismo.
A varios meses del anuncio, solamente han sido entregadas 3.000 cédulas del Buen Vivir, y ahora se otorgan otras pocas a algunos de los damnificados por las recientes lluvias. Pensamos que en este último caso ya no es la misma Cédula del Buen Vivir originalmente concebida, sino una especie de tarjeta de débito con un bono aportado por el Estado, esperemos que sea con recursos públicos y no con el dinero de los depositantes.
El nivel de improvisación es tal, que en su momento el ministro responsable alegó: “¿…Qué hacíamos con entregar cédulas si no había donde operarlas?”. Aquello que fue anunciado como la panacea del siglo XXI para reivindicar la calidad de vida de la mayoría de los venezolanos, que no alcanzan con su salario ni a comprar la cesta básica, terminaría siendo una común tarjeta de crédito, sólo para unos pocos clientes del Banco de Venezuela y una herramienta de pago de ayudas estatales.
Creemos que mucho más justo y adecuado hubiera sido trabajar en conjunto con la banca privada y pública, en un programa sustentable y permanente de bancarización de la población venezolana, para dar acceso al crédito a los más desfavorecidos, hoy excluidos totalmente. ¡Qué bueno hubiese sido que se anunciara que el Banco del Pueblo, el de la Mujer y Bangente, por ejemplo, trabajarían juntos en ese sentido!.
ROBERTO LEÓN PARILLI
PRESIDENTE DE ANAUCO
Política | Opinión
EL NACIONAL
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