Contra la Constitución: Asalto militar
Lo ocurrido en la Asamblea Nacional, cuando los diputados rojo rojitos se rindieron incondicionalmente ante las órdenes del jefe militar de Miraflores, marca el fin de una etapa histórica durante la cual el régimen bolivariano se disfrazó, alternativamente, de democracia y de revolución. Lo primero fue una manera ambigua que permitía minar desde adentro, año tras año, los fundamentos democráticos y sus instituciones, infiltrándolos de una forma tal que lentamente se convertían en aliados ciegos en el proceso de su propia destrucción.
Hoy esa institucionalidad está en ruinas y es, desde esos escombros, desde donde la oposición venezolana debe repensar la nueva sexta república, cuyo advenimiento es inevitable en vista del deterioro creciente del país. No hay un espacio democrático que no haya sido torpedeado por la vileza y la fuerza bruta de los militares rojo rojitos y su canalla servidumbre civil.
El país está rotundamente desmoronado, cojea en lo moral y en lo ético por la metástasis de corrupción de la quinta república, vive una oscuridad en la vigencia de los derechos humanos, carga con una generación de mendigos del tesoro público sin tener una esperanza de trabajo formal. Los trabajadores y los empleados son reprimidos por los militares rojitos que expropian sus derechos de discutir contratos colectivos y convenciones laborales.
Los profesores, los médicos y bioanalistas, los ingenieros y arquitectos, en fin, las profesiones liberales son alejadas y fumigadas como si fueran una peste cuando en verdad son un capital humano de incalculable aporte para que Venezuela cruce este pantano de ineficiencia, locura e ignorancia.
Se les persigue porque están bien preparados y conocen su oficio. Rechazan que se les ponga a un militar que no sabe de nada y que solo tolera una orden de arriba. Es como si un médico comandara la Brigada de Selva que opera en Bolívar y Amazonas. Los oficiales y soldados se reirían a carcajadas si eso ocurriera. Pues bien, eso pasa en los ministerios y empresas del Estado. La carcajada es general, y quizás, de general en jefe.
Con el concepto de revolución bolivariana ocurre lo mismo: el jefe “es la revolución”, no sólo porque él lo dice sino porque las demás instancias del poder cantan a capella esa verdad cada vez que pueden hablar en los medios de comunicación.
Pero lo cierto es que los asambleístas están recibiendo la extremaunción con esa hallaca piche que es la Habilitante.
Claro está que muchos diputados rojo rojitos abandonarán sus puestos en enero buchones en dinero pero con una desgracia moral que los venezolanos no olvidaran. Que hayan aprovechado la tragedia de las inundaciones y derrumbes en todo el país para aprobar leyes sobre las telecomunicaciones, los militares, Internet, los dulces de lechosa y la santificación de los bienes de Diosdado Cabello, no tiene perdón.
Por: Redacción
Política | Opinión
EL NACIONAL
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