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Thursday, November 21, 2024
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El Editorial: El último salvavidas, La Habilitante

El último salvavidas: La Habilitante

 

Pedir una ley Habilitante a la Asamblea Nacional luego de perder las elecciones el 26 de septiembre no es más que una muestra grotesca de la picaresca roja rojita. No hay otra cosa detrás de esto sino un acto de viveza criolla. Si la oposición ganó en buena lid pues entonces yo, comandante supremo, le doy una patada con mi bota militar a la mesa y desconozco los resultados. Y lo hago pasando por encima de la Constitución que mandé a redactar cuando dije que mi proyecto era democrático y participativo. Ahora, como el proyecto resultó ser personal y autoritario, es un verdadero estorbo.

Aunque estos párrafos son totalmente imaginados por el editorialista, la verdad es que hay en ellos cuestiones que trascienden lo prefigurado porque esas aseveraciones, en sus manifestaciones reales, son sufridas y padecidas en la realidad por la gran mayoría de los venezolanos sin distingos de partidos políticos.

Tan cierto es esto último que en todas las encuestas que se conocen los chavistas le exigen a su Gobierno y a su comandante más eficiencia y transparencia en su gestión dirigida a los sectores populares, le piden más control sobre los gastos presupuestarios y administrativos de sus seguidores, que parecen una legión de termitas que arrasan con todo y se lo meten en el bolsillo.

Los militantes chavistas le demandan a su jefe máximo que cumpla sus promesas, que no los deje en un refugio durante once años, que les dé una vivienda decente, un trabajo en la economía formal y les limpie de malandros los barrios donde viven. Son peticiones tan humildes y sencillas, tan necesarias y respaldadas en la propia Constitución nacional que nadie entiende en los barrios por qué no han sido cumplidas por estos atarantados y chimbos revolucionarios que no son capaces de nada. Son tan inútiles como un bolsillo de pijama.

Pero cómo gritan y cacarean cuando anuncian en el gallinero que van a poner un huevo. Lo malo es que no lo ponen. Sólo queda el escándalo de un vendedor de feria que anuncia y luego le vende a los humildes espectadores un brebaje que no sirve para nada (el socialismo) y después pica cabo y se desaparece a las búsqueda de otros supuestos tontos en el resto del país. Pero ya la gente no le está comprando el brebaje porque no sirve, no funciona y es una estafa. Y es que el olfato popular sabe, con el tiempo, distinguir perfectamente entre el aroma de las rosas y el olor de las inmundicias acumuladas.

En el fondo, la sociedad venezolana percibe con una claridad meridiana que la ley habilitante que hoy ruega el Presidente no es más que la petición a gritos de un salvavidas para no hundirse en las aguas de su propia ineficiencia. Y esto es grave porque el país no puede estar en las manos de alguien que, al concentrar todos los poderes en sí mismo, nos quiere hacer naufragar con él. Pero los venezolanos no estamos para naufragios militares rojitos, ni mucho menos de burócratas corruptos.


Por: Redacción
Política | Opinión
EL NACIONAL

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