Tierra de nadie: Coltán codiciado
La publicación en nuestra edición de ayer de un trabajo exhaustivo sobre un mineral exótico del que poco se habla, el coltán, generó un inmenso tráfico de informaciones y preguntas a través de la red. Estamos acostumbrados a que Internet recoja nuestras investigaciones de fin de semana, pero esta vez fuimos bombardeados por una serie inusual de interrogantes y no era para menos. La palabra coltán puede sonar extraña a la mayoría de la gente, pero no así a quienes andan a la caza de grandes riquezas, sean cuales fueren los métodos para obtenerlas.
“Coltán o la fiebre del oro azul” impactó el escenario nacional y, a través de Twitter, se desarrolló un intercambio de impresiones en extremo interesantes porque nadie parecía conocer no sólo el mineral, sino su importancia primordial en la industria de las telecomunicaciones y en la fabricación de los aparatos sobre los cuales se masifica la red.
Pero más allá de que el trabajo sobre el coltán nos haya permitido conocer sobre su uso, lo relevante es que se trata de un ejemplo de periodismo investigativo, de un enorme y significativo servicio prestado al pueblo venezolano sobre otra de sus riquezas que, como tantas otras, se escapa por los caminos verdes de la ilegalidad, la clandestinidad, la indolencia, la ignorancia o la complicidad.
El coltán se halla en el subsuelo de los estados Bolívar y Amazonas, y está constituido por dos metales tan escasos como necesarios, la columbita y la tantalita. “Por ello se ha convertido en un insumo esencial para producir los componentes miniatura que energizan equipos electrónicos y de comunicaciones”, según el reportaje.
Sin exagerar, quizás sea más valioso que el oro, blanco o amarillo, o el oro negro. Se le llama “oro azul”. No lo explotan las grandes corporaciones directamente, pero son ellas estadounidenses, chinas, japonesas y alemanas las que lo procesan. Uno de estos metales, el columbio, es indispensable para la fabricación de computadoras portátiles y teléfonos celulares, dispositivos de video, aparatos digitales de sonido, consolas de juego y sistemas de localización satelital. El tantalio “despierta mayores apetencias mundiales”. Material ideal para transmitir electricidad, un superconductor, y, además, “capaz de almacenar carga y liberarla progresivamente”.
Nada explica que los discursos patrióticos lo hayan olvidado o silenciado. Más bien silenciado porque, a decir de los estrategas del Gobierno, “nada que ocurra en Venezuela ocurre sin su conocimiento”.
Una cosa es el mercado mundial, el coltán procesado, pero en el subsuelo venezolano sus precios son propios de la tierra de nadie. Una tonelada se cotiza a un precio aproximado de 50.000 dólares y hay vendedores que ofrecen 5.000 kilos al mes. Obviamente, es un negocio de mineros ilegales. Pero es una red de complicidad que no puede darse sin que se enteren los representantes rojo-rojitos del Gobierno.
Por: Redacción
Política | Opinión
EL NACIONA
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