Del viejo gobierno: Nuevos magistrados
Los nuevos magistrados del Tribunal Supremo de Justicia escogidos por la Asamblea Nacional confirman que, bajo el régimen chavista, existen dos Venezuela perfectamente definidas por el color rojo rojito. Aquellos que poseen la destreza profesional de afiliarse al partido de gobierno tienen a su favor no sólo la bendición inicial para cualesquiera sean sus aspiraciones, sino la casi certeza de que lograrán ocupar los cargos que estén disponibles en la burocracia oficial. Si no lo logran es porque el autobús no tiene asientos disponibles, pero incluso en esos casos pueden viajar parados.
El resto de los venezolanos, ya sean de oposición, independientes o simplemente ni-ni, no van para el baile así su curriculum refleje los mayores méritos o recoja una carrera profesional impecable. Son, por decirlo así, una suerte de negros surafricanos cuando en ese país imperaba el odio de los blancos contra la mayoría de la población “de raza negra”, como decían despectivamente los matones que estaban en el poder.
Allá sólo los blancos eran gente y ahora aquí en Venezuela lo son los rojo rojitos. El resto de la población carece de la estatura ciudadana para optar y lograr los cargos. Pero hay algo más: quienes se oponen al régimen militar por razones ideológicas, políticas, religiosas o económicas, de inmediato pierden el derecho de ser venezolanos pues según el Presidente de la República son “apátridas, agentes extranjeros o espías del imperialismo yanqui”.
Esta discriminación política, social y económica ejercida por los militares rojo rojitos merece ser estudiada como una patología castrense y castrista porque las dos joyitas de Cuba, Raúl y Fidel, también la practican enfundados en sus trajes verde oliva.
Tanto en la isla caribeña como en Venezuela una minoría en el poder genera y articula una burocracia basada en la diferenciación del otro, “del no revolucionario”, como fuente de sometimiento hacia el resto de la población, sea esta o no de oposición.
Igual se les discrimina.
En Venezuela se da la gran paradoja de que unos 5 millones de votantes rojo rojitos (olvídense de los 10 millones por el buche, eso no existe) se dan el lujo no solo de discriminar (como los blancos en Suráfrica a los negros), a más de 20 millones de venezolanos que se oponen con firmeza o que sencillamente les sabe a coca cola hervida la revolución bolivariana. Pero esta minoría política de franela roja no sólo discrimina a su propia gente sino que saquea como soldados invasores los dineros del Estado.
La manera como los chavistas han escogido entre sus propias filas a los nuevos magistrados del Tribunal Supremo sólo nos indica la gran debilidad institucional que priva en el Gobierno, incapaz de abrirse hacia la sociedad y de interpretar sus demandas. Como bien lo dice un despacho internacional “las designaciones profundizarán la parcialidad del Poder Judicial a favor del presidente Hugo Chávez”.
Por: Redacción
Política | Opinión
EL NACIONAL
Comments are closed.