El déficit fiscal crónico en Venezuela
forma parte de nuestra idiosincrasia
A Luis Britto García se le agiganta el alma cuando habla del Libertador Simón Bolívar. Cada rincón de la sala de su casa tiene un pedazo de la vida de un hombre, que según él fue un anticipado.
-¿Qué rescata usted en su libro del pensamiento de Simón Bolívar en el tema económico?
Infinidad de cosas. Bolívar, por ejemplo, recalca que España nos había reducido durante mucho tiempo al papel de productores de algunos frutos y de consumidores de lo que nos vendía la metrópoli. Vale decir, conocía las raíces de nuestra dependencia económica. Tenía una penetrante visión sobre los recursos económicos. Así, dictó decretos proteccionistas de los cauces de los ríos, ordenó reforestaciones y prohibió las talas excesivas, decretó medidas para incrementar el número de ciertos animales, prohibió la exportación de otros con el mismo objeto. Libró de pago de impuestos la importación de instrumentos para las artes y las ciencias. Realizó las más grandes confiscaciones de propiedad que se habían realizado en América Latina con los bienes de la Corona y de los realistas, e intentó una redistribución de las tierras entre los soldados de la Independencia, que hubiera constituido una gran Reforma Agraria, y atribuyó la propiedad del subsuelo y de las minas a la República.
-¿Él era un obsesionado con el tema de la hacienda pública?
Mientras avanzaba la Independencia hubo que comprar armas y pertrechos a crédito. Bolívar primero los garantizó con sus propios bienes, luego con los haberes de la República. Como era una inversión muy riesgosa, los prestatarios exigieron altos intereses y condiciones casi abusivas. Los funcionarios que gestionaron esta deuda, como el ministro Francisco Zea, y el propio Francisco de Paula Santander, al parecer se lucraron con ella, la dilapidaron en gastos inútiles y le dejaron a la Gran Colombia una carga de unos 30 millones de libras esterlinas.
En su correspondencia, que cito en el libro, dice Bolívar que la deuda es un caos de horrores, y sobre sus gestores escribe “¡Maldito Zea! Zea es el instrumento del mal”. La diferencia entre el Libertador y Santander nace cuando el Libertador le reclama indirectamente su conducta sobre la deuda. En 1826, cuando Bolívar regresa a Venezuela, para entretenerse juegan a la baraja, la suerte favorece al Libertador, y recogiendo sus ganancias, dice, mirando a Santander: “Al fin me tocó mi parte del empréstito”. Santander entendió la ironía, y no la perdonó jamás. Al dejar el mando en 1830, dice Bolívar que “la deuda es el chancro de Colombia”, es decir, el cáncer.
-Ya Simón Bolívar alertaba sobre el tema fiscal cuando se producía tabaco.
-La Capitanía General de Venezuela ya tenía un desorden fiscal acumulado, que consta, entre otros documentos, en el Informe del expediente Olavarriaga. Con la Patria Boba, según critica el mismo Bolívar, se disipa el ingreso público en infinidad de objetos inútiles o vanos, y, lo que también critica, se emite un papel moneda sin respaldo que, dice el Libertador, los ciudadanos veían “con más horror que a la propia tiranía”. Durante su última estadía en Venezuela, el Libertador intenta desesperadamente organizar la Hacienda. Cuando él llega, el ministro de Finanzas renuncia. Bolívar dice que es imposible manejar un sistema donde nadie paga y nadie cobra. Y sin embargo, reorganiza el sistema hacendístico, dicta normas con penas duras para los defraudadores del Fisco, empieza a reducir la talla del Ejército e incluso auspicia un plan para pagar la deuda externa mediante cultivos selectos de tabaco, que luego José Antonio Páez destruye confiscando el primer cargamento para venderlo a precio vil a la Casa Huizi.
-Bolívar le dijo a José Rafael Revenga, ministro de Hacienda: anda a ver qué pasa en la provincia Venezuela, en donde hay un desorden fiscal.
-Sí, lamentablemente, dentro de la idiosincrasia del venezolano pareciera que el desorden fiscal es crónico. Revenga hizo un informe muy preciso y Bolívar aprobó un conjunto de medidas y reformas, pero muchas de ellas quedaron frustradas.
-¿Por qué cree usted que Simón Bolívar se radica en Colombia y no en Venezuela?
Colombia tiene una posición estratégica, más cercana a los otros países. Desde allí lanza la Campaña del Sur, que culminará en Ayacucho. Mientras tanto, Venezuela estaba custodiada por Páez. En territorio de Colombia estaba entonces el istmo de Panamá, por el cual Bolívar ya entreveía que debía trazarse un canal interoceánico. Incluso nombró una comisión para adelantar los estudios técnicos. Una Gran Colombia unida y dueña de la comunicación entre el Caribe y el Pacífico habría tenido una fuerza incomparable.
-Pero nos llamaríamos Gran Colombia y no Venezuela.
-Gran Colombia es un título glorioso. Con un peso decisivo. Insisto en que él se instaló allá por geoestrategia.
-¿El decreto de expropiación y secuestro de bienes de los españoles creó resentimientos?
-Desde luego que creó resentimientos, pero antes los realistas habían confiscado sin escrúpulos los bienes de los patriotas, y Boves saqueaba cuanto territorio ocupaba. Bolívar era tan riguroso, que en 1813 confiscó hasta la plata de las iglesias, alegando que esa plata pertenecía en realidad a sus antepasados. Morillo a su vez estableció impuestos y contribuciones verdaderamente confiscatorias.
-La confiscación y el reparto de esos bienes, ¿cuáles fueron los resultados?
Pues bien, Bolívar confiscó los bienes de la Corona y de los realistas, y también los de las misiones de Guayana, que constituyeron la base de una intendencia sin la cual la Independencia no hubiera sido posible. Eran medidas indispensables y correctas. Pero el uso que le dieron los administradores patriotas fue aborrecible. Terminaron entregando las misiones de Guayana a un especulador inglés. Cuando se decretó el reparto de títulos de propiedad, como no eran intransferibles, los usureros los compraron a precio vil a sus legítimos titulares. Bolívar escribe indignado qué fácil era prever que dichos títulos pasarían a otras manos por menos del 5% de su valor, creando una inmensa carga para la República sin favorecer a sus primeros destinatarios. El Congreso de Colombia dio a otro inglés el monopolio de la navegación del Magdalena, el principal río de Colombia. Bolívar montó en cólera y lo anuló.
-¿Qué diferencia o semejanza hay hoy con aquella época?
La Independencia adquirió esas propiedades por la vía de la confiscación, sin indemnización. Hoy en día sólo se han hecho expropiaciones, con indemnización. En otros casos, se han hecho simples compras.
-¿José Antonio Páez no permitió que se consolidara la unión?
-Páez fue un héroe, pero traicionó a sus propios soldados, que quedaron en la miseria, y se convirtió en el más grande terrateniente de Venezuela comprando a precio vil los títulos otorgados a sus lanceros y haciéndoselos pagar. Así, terminó siendo oligarca. Cualquier político cuyo patrimonio se incrementa en forma desproporcionada mientras proclama el socialismo es un José Antonio Páez en potencia.
Liberación
“El pensamiento de Bolívar un amplio legado económico”
Un legado fundacional, todavía vigente. Liberación de esclavos e indígenas. Repartición de títulos y de tierras a servidores de la República y a indígenas. Protección de recursos naturales. Atribución de la propiedad del subsuelo y de las minas a la República. Uso masivo de la confiscación para asegurar la subsistencia de la República.
Aplicación de medidas proteccionistas para el fomento de cultivos e industrias. Fomento de la educación, las ciencias y la prensa. La cautela y la crítica contra el incremento imprudente de la Deuda Pública. La defensa del principio de que las controversias sobre los actos de nuestros poderes debían ser resueltas según nuestras leyes y con nuestros tribunales, y no por jueces o árbitros extranjeros. La denuncia de los desiguales tratados de libre comercio que concertaba el Legislativo. Del tratado con Inglaterra dijo que era “una balanza que tenía uno de sus pesos de plomo y otro de oro”.
Bolívar gobernó con muchos decretos punitivos ¿eso pudo ser un obstáculo para aglutinar a los distintos sectores?
-Sus normas eran duras, pero necesarias. El Decreto de Guerra a Muerte es atroz, pero deslindó campos entre patriotas y realistas, y desgraciadamente la Guerra a Muerte era ya practicada por ambos bandos. También decretó la pena de muerte para los ladrones del Fisco. Quizá de ser aplicada, la inmensa mayoría honesta de la población lo hubiera apoyado. Bolívar más bien se distinguió por una clemencia generosa y a veces excesiva. Cuando Páez intentó separarse de la Gran Colombia, dominó la situación y lo perdonó. Cuando en Bogotá atentaron contra su vida, perdonó a casi todos los responsables. Quién sabe si el rigor hubiera salvado la Gran Colombia.
-Él hablaba de unidad, pero en la práctica la sociedad estaba dividida.
-Sí, pero no estaba dividida por culpa de Bolívar, sino de la rapiña de la dominación imperial y la oligarquía criolla. La Capitanía de Venezuela no llegaba al millón de habitantes. El 1,3% eran blancos peninsulares, los únicos con acceso a los grandes cargos públicos. El 19% eran blancos criollos, con derechos políticos limitados.
Los pardos serían un 45%, los afroamericanos 16%, los indígenas algo más de un 18%; estos grupos, que en conjunto representaban cerca del 80% de la población, eran discriminados y vejados, casi no tenían derechos políticos ni acceso a cargos y profesiones; cerca de 10% de la población era de esclavos, vale decir, de seres reducidos a mercancía. Nuestra Independencia, y el resto de nuestro proceso político, se reduce a la lucha de esas mayorías discriminadas por acceder a sus derechos negados por las oligarquías.
-Bolívar, dijo que hacer una revolución es arar en el mar.
-Lo dijo en un momento de amargura, enfermo, arruinado y camino al exilio.
¿Usted cree que al Libertador Simón Bolívar lo movía el resentimiento social a pesar de ser rico de cuna?
-Si alguien no tenía motivos de resentimiento social era Simón José Antonio de la Trinidad. Rico, mimado, amado, inteligente, culto, tenía todo lo que un ser humano podía desear, salvo el que los demás compartieran su felicidad. A eso dedicó su vida, a riesgo de perderla, pero no creo que quien emprende una empresa titánica y la culmina pueda ser infeliz.
-¿Cuál es la conclusión sobre el tema de la esclavitud?
Persiste todavía el prejuicio mantuano contra el más leve rasgo de orígenes africanos o indígenas o de mestizaje. Esos resabios van desapareciendo.
-Los venezolanos no se quedan callados…
-Por nuestros antepasados caribes y arawaks, somos fundamentalmente igualitarios y, un poco levantiscos cuando nos oprimen.
-Sobre la duda de la muerte de Bolívar ¿qué opina?
-Su criado Juan Palacios probaba todo. Eso descarta la idea de un envenenamiento. Un hecho así no se podía esconder. Sus edecanes de confianza lo acompañaron hasta el final.
-¿Qué sintió cuándo vio el cadáver del Libertador?
-Bolívar no tiene cadáver, sino un cuerpo que representa a los países que libertó. Somos criaturas muy frágiles que nos convertimos en despojos. Pero lo que queda de Bolívar es su obra y es eso lo que tenemos que defender.
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