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Thursday, November 21, 2024
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FREDDY LEPAGE: Las luchas internas del PSUV (I)


Aquí y ahora:  Después de
12 años de desgobierno

 

Chávez no ha podido construir una organización política homogénea, vigorosa, capaz de trascender a su mentor, a diferencia de la dictadura cubana, donde Fidel Castro se esforzó en edificar un partido comunista monolítico, con cuadros dirigentes formados en la ideología marxista-leninista. De allí que Chávez, a pesar de los intentos por instaurar un régimen a imagen y semejanza del de la isla caribeña, no lo haya logrado. Claro, no es una tarea fácil, pues se requieren factores y referentes que no existen en Venezuela.

Uno de ellos es la formación de un pensamiento único que dirija la gestión del Estado hacia la alienación de la gente para conseguir la hegemonía y control total de la sociedad.

Desde la óptica democrática, hubo líderes políticos en Latinoamérica (Rómulo Betancourt y Haya de La Torre, entre otros) que tuvieron una visión de largo alcance sobre el papel preponderante de partidos políticos bien organizados, como instrumentos de transformación social a favor de los sectores más depauperados de la población.

Ello no era posible si no se contaba con una vanguardia militante y esclarecida, con una concepción definida del proyecto de país que se quería y con el vigor y vocación política para cambiar el curso de la historia. Muy distinto es el caso que nos ocupa.

Puedo aseverar, sin temor a equívocos, que el PSUV se asemeja más a un una olla de grillos que a un partido político de las características y condiciones mencionadas.

En el PSUV conviven toda una suerte de grupos y personajes autocalificados de cabecillas, con diferentes objetivos, razones y pensamiento político, aglutinados por la personalidad y liderazgo del caudillo; convertido, por obra del poder, en un frondoso árbol capaz de dar sombra y cobijo a los más obsecuentes y sumisos, pero, al mismo tiempo, implacable con los que osan diferir de sus ideas y planteamientos (léase órdenes).

Si no, amigo lector, intente hacer un recuento de los defenestrados y obligados a transitar (en solitario, como Caín) la larga e interminable travesía del desierto (otros se han ido por cuenta propia). Caso extraño y particular es el del tristemente recordado Arias Cárdenas, que tuvo que doblar el espinazo ­hasta casi partírselo­ para volver (con la tragedia inevitable del converso a cuestas) al regazo burocrático de la revolución bolivariana.

De tal manera que el PSUV está muy lejos de tener la homogeneidad, disciplina, mística y aliento necesarios para promover el “cambio revolucionario” que pretende imponer, a troche y moche, Chávez. Antes, por el contrario, el festín de Baltasar del reparto de los dólares de la renta petrolera anula cualquier posibilidad de éxito de un proyecto inviable por su propia naturaleza. Este análisis continuará en la próxima columna…

Honor a quien honor merece: La Fundación Leopoldo Sucre Figarella, presidida por Manuel Carrillo De León, editó un libro sobre la vida y obra de este guayanés de excepción. Una iniciativa por demás loable, en un país con una frágil memoria de paja, no muy dado a enaltecer y reconocer la trayectoria de venezolanos que han dedicado, con éxito, buena parte de su vida al servicio público, sin esperar recompensa alguna. En momentos de tanta mediocridad, cuánta falta hace gente con la tesitura, carácter, honestidad, empeño, compromiso y amor por la patria de Sucre Figarella.


Por: FREDDY LEPAGE
freddylepage@elnacional.com
@freddyjlepage
Política | Opinión
EL NACIONAL

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