Ministerio rojito:
Perversión del CNE
Se leía ayer en un reportaje de este diario que el Consejo Nacional Electoral había cumplido diez años como nuevo poder público, pero sin que la sociedad le dé todavía el respaldo que debería tener como institución de la democracia venezolana. Como garante de la voluntad del pueblo, el CNE debería ser como la esposa del César, no sólo ser honesta sino parecerlo. Pues bien, ni lo uno ni lo otro.
El Consejo Nacional Electoral es aceptado hoy por el ciudadano de a pie (los burócratas chavistas se desplazan en lujosas camionetotas) con el pañuelo en la nariz para disimular lo que realmente percibe al interior de ese organismo.
Gracias a Dios, el personal de técnicos, trabajadores y empleados independientes hacen un esfuerzo mayúsculo para que los procesos electorales se produzcan dentro de las mínimas condiciones de confianza que exige la sociedad.
No ocurre así con esa boligarquía femenina que el Gobierno ha nombrado para que lo represente en el CNE y que es la causa de todos los males que les caen encima a los votantes. Por alguna extraña razón, desde Miraflores (quizás inspirados por Harry Potter) han nombrado a unas señoras que, al parecer, de que vuelan, vuelan y hacen paseos rasantes por los techos de la Presidencia.
Vale la pena recordar el hecho sistemático de demorar la información oficial de los escrutinios cuando la propia presidenta del CNE había jurado que estarían a la disposición de la opinión pública en pocas horas. Según dicen, los resultados van primero a una instancia donde le dan la bendición, y luego los humildes venezolanos del montón tienen acceso a la versión edulcorada de lo ocurrido.
Basta con imaginarse que los resultados definitivos del 2 de diciembre de 2007, cuando Chávez perdió las elecciones de calle, hoy permanecen en una caja negra que algún día se conocerá para bochorno y humillación de quienes en la actualidad presiden el alto organismo electoral.
Según la opinión de los entrevistados en el reportaje de este diario, “el CNE está subordinado a los caprichos del Ejecutivo”, lo cual puede generar algunas críticas en contrario pero muchas más a favor de ese título lapidario. Basta con preguntarle a Tibisay Lucena por qué tanto el diario Tal Cual como El Nacional no son medios de comunicación aceptables para informar a los votantes dónde votar o de qué manera y cómo exigir sus derechos si en una mesa se los niegan.
No nos interesan los avisos porque tanto Tal Cual como El Nacional llevamos bastantes elecciones sin ellos y en nada nos afec- tan económicamente pues seguimos circulando.
Sí nos gustaría que la señora Tibisay Lucena, si tiene vergüenza y le queda alguna dignidad, nos explicara por qué los lectores de estos dos importantes diarios no tienen derecho de conocer las informaciones del CNE. ¿Es que ese organismo electoral es un nuevo ministerio del Ejecutivo? Hable, señora.
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