Desesperación: Locura peligrosa
Ayer quedaron marcadas para los venezolanos conscientes y decentes las reglas (si se les puede etiquetar) que el régimen militar va a imponer en las elecciones presidenciales de diciembre de 2012. El jefe del Estado repitió su monserga sobre la “unidad de las fuerzas revolucionarias” si realmente quieren ganar esos comicios. Así estará su alma que a estas alturas, once años después de su triunfo electoral, sale con la misma cantaleta del Polo Patriótico que ya hiede a muerto olvidado por sus familiares en la morgue.
Si revive el Polo Patriótico será una especie de Frankenstein, con una cabeza chiquita, incapaz de pensar por sí mismo pero dotado de unos brazos exorbitantes, una suerte de tentáculos que se mueven para recoger y apropiarse de los dineros del Tesoro Nacional. Eso es lo que queda hoy de ese proyecto que, alguna vez, convocó buenas voluntades políticas, pero que fueron traicionadas por el afán de protagonismo personal del comandante.
Llamar a un nuevo frente de partidos y movimientos bolivarianos, para engarzarlos en una reelección de quien públicamente ha despreciado a sus aliados, no es más que una película porno en la cual los actos de sadismo y masoquismo se vuelven tan baratos y despreciables que terminan por causar un inmenso fastidio en los espectadores.
Imaginar que el Presidente se va a convertir en la dócil ovejita que atenderá a los nuevos pastores revolucionarios que, congregados, indican el buen camino es como creer que Diosdado se va a desprender de sus empresas y que Antonini regresará con la maleta que se le regaló a Cristina Kirchner, según los tribunales argentinos. De manera que, para el comandante, el camino hacia el año 2012 está empedrado por los innumerables y gigantescos escándalos de corrupción que cada día se descubren en esta administración putrefacta hasta los tuétanos, con protagonistas vestidos con uniformes verde oliva.
El comandante le dijo ayer a los estudiantes que “si ellos vuelven a Miraflores, desatarían una represión feroz contra el pueblo y eso llevaría a Venezuela a una guerra”. ¿Y quiénes son ellos? Pues son mucho más de 5 millones de votantes que le siguen diciendo al Gobierno que sus voces deben ser escuchadas y que su presencia tiene democráticamente un peso que ningún militar cubanófilo le puede guillotinar a los venezolanos? De acuerdo con el Presidente, “aquí no va a haber una guerra sino socialismo, justicia social y una patria justa”. Enhorabuena lleguen sus deseos, pero él es quien cada día habla de guerra, de exterminio de los venezolanos que no comulgamos con sus ideas y que, por tal razón, nos hemos convertido en ciudadanos de segunda, como ocurría en Suráfrica entre blancos y negros.
Y es que los militares chavistas son así, discriminadores natos, cuando quienes tienen enfrente son civiles que exigen sus derechos y piden condenas a los generales corruptos que, dicen, ampara Miraflores.
Por: Redacción
Política | Opinión
EL NACIONAL