Carta a Santos:
Querido Presidente: Aprovecho de escribirle ahora que todavía estamos de mejor nuevo amigo, de buenas pues. Primero para felicitarle por su reciente asunción a la Presidencia de la hermana República y testimoniar a usted mi admiración por el pueblo colombiano. De hecho, esta semana tuve la oportunidad de hacer una presentación de humor para la Fundación Colombianitos, que desarrolla una magnífica labor para ayudar a niños de Colombia que requieren apoyo para mejorar sus condiciones de vida y educación.
Allí mismo me enteré de que el Departamento de Antioquia se ganó un premio internacional por su modelo educativo, también una magnífica noticia. Hace poco, además, estuve en Bogotá y me pareció que estaba preciosa y como si todo lo dicho fuese poco, con Andrés López hemos iniciado la integración humorística de ambos países.
Pero bueno, no vaya usted a pensar que le estoy calentando la oreja con tanta adulancia para pedirle dinero o que me abra las puertas de su país para un eventual plan B. Nada de eso, yo todavía mantengo la esperanza de que los venezolanos construyamos un plan A.
Sólo le cuento todo esto para manifestar que mi admiración es sincera.
Dicho lo cual, sí le voy a pedir algo a su merced, en función de la reciente nueva amistad que nos une. Si de extraditar a un García se trata, por qué en vez de mandarnos a Makled García, no nos manda usted a García Márquez. Homofónicamente no hay mucha diferencia y en el terreno de la literatura y eso que llaman el realismo mágico sí. Muy bien nos vendría que su paisano nos ayudara a reescribir este momento que estamos viviendo los venezolanos en el que el coronel aún tiene quien le escriba, pero las cartas, por lo visto, no le llegan. Quizá nos ayude el autor de Cien años de soledad a entender por qué todavía no levan- tamos cabeza después de cien años de compañía petrolera.
En fin, presidente Santos. Tome en cuenta mi solicitud. Comencemos un intercambio de cosas buenas, porque de momento, lo que nos estamos mandando de un lado y otro no es del todo satisfactorio, por decirlo de la mejor manera. ¿Dígame si no?… ¿Para qué son los amigos?… Por lo pronto, le estoy supremamente agradecido por su atención.
Laureano (No Gómez, porsia)
Por: Laureano Márquez