El Capitán Chanchamire
Cuando el joven Chanchamire se montó en el microbús estacionado en el terminal de pasajeros de Uchire rumbo al centro de la ciudad capital, para cursar sus estudios en la Academia Militar de Venezuela, ya sabía que había escogido una carrera profesional difícil y exigente. Lo primero que le dijo su madre mientras lo despedía y le entregaba un pedazo de torta burrera para comerla por el camino, era que “… fuese respetuoso con sus superiores y que controlara su carácter de indio Caribe, que siempre lo metía en problemas.”
Hilario Chanchamire -su padre- por su parte, sabía que su hijo adoraba ser militar desde niño y siempre jugaba y seguía la carrera de las armas con devoción, sin embargo, el viejo decía “…que si pasaba cuatro años metido en la Academia sin ser expulsado por indisciplinado y busca pleitos, se quitaría el sombrero en su presencia, cuando se graduara como Licenciado en ciencias militares.”
A pesar de las dudas que tenían sus padres en el logro de sus metas personales, el joven Chanchamire se graduó. Efectivamente, su padre se quitó el sombrero para abrazarle y felicitarle para reconocer su trabajo, esfuerzo y constancia en sus estudios. Y con el grado de Capitán, hoy día sirve a la Nación controlando las fronteras en el Estado Amazonas, lidiando con la extracción de minerales, el contrabando proveniente de Colombia, el abuso contra las etnias, el control del ambiente y otros asuntos que suceden a diario, bajo la tranquilidad del espeso mundo verde y la furia permanente de las aguas, que corren hacia el norte, buscando el mar Caribe.
En su tiempo de estudiante se sabía de memoria con nombre, apellido y en orden cronológico la cantidad de Generales en Jefe y Mariscales de campo que había tenido la república. Llegar a ese grado era un reconocimiento magno, difícil de alcanzar y gozaba –indiscutiblemente- del respeto uniforme dentro de las Fuerzas Armadas. ¿Quién no puede respetar al General en Jefe José Antonio Paéz, ascendido en pleno campo de Carabobo, después de vencer en la guerra decisiva ante la Corona Española, luego de comandar una acción de ataque que cambió el destino del combate? ¿Quién no va a respetar al General en Jefe Santiago Mariño, ascendido para reconocerle su heroísmo como libertador del Oriente Venezolano?
Chanchamire recordaba la precisa lista de venezolanos que se sentaban en el gran salón de los Generales en Jefe de la Nación y se los imaginaba a todos reunidos en un gran panteón de la patria, con un culto permanente. El último de ellos ascendido durante la cuarta república fue el General Eleazar López Contreras, quien gobernó a Venezuela después de la muerte del General Gómez en la década de los treinta. Desde entonces, no se había dado el ascenso de ningún patriota militar, que le permitiera el honor de sentarse en ese gran salón tan especial. Hasta que llegamos a la Quinta República en el gobierno de Chávez y en once años de mando, han ascendido a Generales en Jefe como si se tratara de un juego de barajitas.
-Es un nuevo paradigma – decía el capitán Chanchamire a sus subordinados, mientras espantaban la plaga que no los dejaba comer una sopa de mal aspecto-, ahora se asciende a General en Jefe por hablar tonterías en el diario últimas noticias y se promueve violar la Constitución. De todas maneras les digo,-añadía Chanchamire-, no se equivoquen y eviten pronunciar discursitos en una plaza o dársela de bocones con micrófono porque pueden no llegar ni a mayor.
Por: Luis Alfredo Rapozo
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