Sobredosis : Amistad a prueba
A muchos se les pasó por alto la advertencia que hizo Hugo Chávez a su contraparte colombiana, Juan Manuel Santos, en su último encuentro: era imperativo lograr que “nadie” interviniera para dañar una relación que ya se comenzaba a consolidar. Y es que detrás de la amistad que ambos han jurado en público profesarse, se yergue una lúgubre figura capaz de generar poderosas distorsiones y de minar los esfuerzos de acercamiento que tanto a Santos como a Chávez les están proporcionando puntos favorables: Walid Makled.
Este sombrío personaje venezolano no es precisamente un ejemplo de virtudes y por ello está muy lejos de nuestro ánimo querer convertirlo en un héroe justiciero. Lo que sí es claro es que su conocimiento acerca del nivel de implicación de algunas piezas claves revolucionarias en negocios ilícitos y su disposición a hacerlo público pueden poner al Gobierno en aprietos de consecuencias impredecibles tanto en las relaciones bilaterales como en las de Venezuela con Estados Unidos e, incluso, al interior mismo del país. La papa caliente está, por ahora, de aquel lado de la frontera.
La decisión de la extradición del detenido a Estados Unidos o a Venezuela, o su procesamiento judicial en la propia Colombia que lo acusa de ajusticiar a alias “Jabón”, líder de los narcos en el Norte del Valle tomará semanas o meses y su resolución depende sólo de una apreciación justa y objetiva de la Corte Suprema de Justicia de Colombia y de la interpretación de sus propias obligaciones constitucionales y normativas en materia de extradición. Pero estemos claros en que la recién anudada relación entre los dos países no va a ser un elemento que entre a jugar en el ánimo de los magistrados para la toma de una decisión.
El problema radica en que el único dictamen que le servirá a Venezuela, cualquiera que sea el asidero legal del máximo tribunal colombiano, es el de su extradición a este lado del Arauca, porque sólo esa opción permite controlar los pasos que dé el reo, moderar o interpretar sus declaraciones públicas, descalificarlo, negociar y pactar con él. Por ello, cualquier otra salida que encuentre el Supremo Tribunal vecino pondrá en conflicto la relación bilateral por lo que reza la reflexión bíblica a la que ha recurrido el chavismo de estos días: “El que no está conmigo, está contra mí”. Por eso, Santos se encuentra atrapado en su relación con su “nuevo mejor amigo” en un asunto sobre el que no tiene control alguno y que ha venido a aparecer en el panorama bilateral… con un peso descomunal.
BEATRIZ DE MAJO
bdemajo@elnacional.com
Política | Opinión
EL NACIONAL
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