Los productores no van a sus haciendas porque se les retiró la
custodia militar y temen ser secuestrados.
Ganaderos y parceleros relatan su forzada
convivencia con irregulares colombianos (I)
■ Después de la hora que demora el recorrido desde el sector Jalisco de Villa del Rosario hasta el piedemonte de la sierra de Perijá, 2 de los 80 parceleros asentados en el sector Caña Brava siguen contando lo que ocurre a 40 kilómetros de la frontera y a 20, aproximadamente, del lugar indicado por el Gobierno colombiano como enclave de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia y el Ejército de Liberación Nacional.
Uno de ellos lleva lentes oscuros y una gorra roja con la imagen del presidente Hugo Chávez. En vez de precisar su edad aparentemente más de 60 años, prefiere decir que conserva fuerzas para trabajar las 25 hectáreas de su propiedad. “Hace 3 años me dieron un crédito de 60.000 bolívares y pude comprar una planta eléctrica y unos animalitos.
Pero nos cuesta mucho sacar la cosecha para La Villa porque, como usted ha visto, la vía es un desastre. Desde donde nos deja la chirrinchera (unas destartaladas pick up que sirven como transporte público) hasta nuestra parcela hay hora y media de camino por unas trochas, monte adentro”.
Sólo a requerimiento del extraño que le hace preguntas, habla de la proximidad de supuestos irregulares colombianos: “Desde hace como un año y medio ya casi no ven guerrilleros por Caña Brava.
Un coronel del Ejército nos dijo que nos mantuviéramos alejados de ellos porque puede ser peligroso. Y, en verdad, ¿si ellos están en la parcela y llega el Ejército? Puede haber un enfrentamiento y mi familia queda en el medio. Nosotros estamos tranquilos porque esa gente no se mete con nosotros”.
El otro hombre que va en la chirrinchera nació en Colombia, cerca de la frontera con Venezuela, y desde hace tres años es un parcelero más de la sierra. Se atreve a contar más sobre la presencia guerrillera en la zona: “Los hemos visto varias veces. Llegan a pedir comida. Van con uniformes verdes y armas largas. Usan botas negras de caucho y por eso por aquí les decimos `los botas de gomas”.
Adentrándose, la vegetación es más agreste y tupida. El camino se angosta y es sinuoso.
En Caño El Palmar otro parcelero habla de la guerrilla colombiana con aparente despreocupación: “Tengo más de diez años viviendo aquí con toda mi familia y uno aprende a convivir con ellos. Vienen casi todas las semanas, pero apenas nos saludamos y ya”.
En verdad, en el lugar no hay el más mínimo indicio de peligro. Por el contrario, se escucha alternadamente el golpeteo de un pájaro carpintero y el relinche de un caballo; se huele el aroma de plátanos asados que una mujer wayúu prepara para el almuerzo, y se ve a un muchachito manejando bicicleta y a otros, más pequeños y descalzos, persiguiendo mariposas anaranjadas al lado de un riachuelo.
Ni remotamente los vecinos de los supuestos campamentos guerrilleros de la sierra de Perijá habrían visto a los 1.000 militares que el presidente Chávez envió a la frontera
inmediatamente después de desmentir la presencia de irregulares en Venezuela y romper relaciones con Colombia.
Replegados por el miedo:
Un temor generalizado fundaEl debate público sobre la supuesta presencia de la guerrilla colombiana en la sierra de Perijá sólo es promovido por otros directamente afectados: los ganaderos. Son recurrentes víctimas de la extorsión y el secuestro.
Hasta hace aproximadamente dos años afirman varios agremiados en la Unión de Ganaderos de la Villa el Ejército ofrecía custodia a los más prominentes productores de la zona para que se trasladaran a sus haciendas. “Dos soldados nos acompañaban para ir y vementa diversos relatos algunos con tono de leyenda de los habitantes de Villa del Rosario, en el municipio Rosario de Perijá; La Concepción, en el municipio Jesús Enrique Losada, y Cuatro Bocas, en el municipio Mara.
“Vos tenéis que entender que de eso no se habla”, advierte un hombre que dispensa gasolina en una estación de servicio. Sin embargo, él mismo afirma que ha sido testigo de la visita que hace tres semanas hizo un grupo de cinco hombres y dos mujeres uniformados y armados a las oficinas de una cantera de la que extraen piedra. “Decían que necesitaban hablar urgentemente con el gerente”, precisa.
“Pero no todos son amables corrige otro de los empresarios porque en algunos casos amenazan con utilizar sus armas ante cualquier resistencia.
Les interesa mucho apoderarse de los equipos de radiocomunicaciones que tenemos en las haciendas. A veces la visita nir. La protección fue efectiva y disminuyeron los secuestros.
Pero por disposición del ex vicepresidente Ramón Carrizalez ya no contamos con eso.
El riesgo de ser atacados o secuestrados es tan grande que ninguno de los propietarios volvió a su fincas y optó por dejarlas a cargo de empleados”, explicó un empresario.
Otro ganadero de la zona muestra el mensaje de texto que hace poco habría recibido a través de su teléfono celular: “Queremos hablar contigo.
ELN”. Cuenta que los supuestos subversivos intentan ser cordiales: “Se presentan en las fincas, se identifican, bien sea como integrantes de las FARC o del ELN, y explican que requieren nuestra colaboración para `la causa’. Esa colaboración consiste en un suministro periódico y continuo de alimentos y enseres. De los que tengamos en las haciendas o los que haya que comprarles en los comercios de aquí”, indica.
de los guerrilleros incluye pernocta: los cabecillas del grupo se quedan en el patio y el resto de los 20 o 30 acordona la finca”.
Los ganaderos organizados de Villa del Rosario convienen en que la presencia guerrillera en la sierra de Perijá es previa al gobierno de Chávez.
Pero todos también coinciden en afirmar que durante los últimos años se hecho más evidente: “Aquí no hay cuerpos de seguridad que los acosen.
Por necesidad y no por convicción, algunos de nosotros hemos quedado para hacerles los mandados. Por ejemplo, para subirles ocho bultos de papelón en panela y una buena cantidad de tarjetas telefónicas”.
EDGAR LÓPEZ
elopez@el-nacional.com
SIERRA DE PERIJÁ
Aug 22 2010
Sucesos | Frontera
EL NACIONAL