El caso Venoco
Como es su costumbre, el Presidente volvió a emplear el truco de hacer pasar por una gesta revolucionaria un atropellado asalto militar a una compañía privada como Industrias Venoco, cuyas instalaciones ni son cuarteles ni cuentan con armamento alguno. Igual le da al comandante: lo que importa es la puesta en escena y para ello usa a la Fuerza Armada Nacional como extra de una filmación que sólo sirve a su equipo de propaganda, para después transmitirla por televisión.
Al resto de los venezolanos no fanatizados, el show de la toma de Venoco le parece un refrito.
Lo cierto es que la expropiación de esa compañía ya había sido anunciada con grandes gestos por el mandatario bolivariano en 2008, tiempo después de haber estallado el escándalo de la maleta que cargaba Guido Antonini con 800.000 petrodólares que según los diarios argentinos estaban destinados a ayudar a la entonces candidata presidencial Cristina “Botox” de Kirchner con el financiamiento de la campaña.
Para el momento en que la famosa valija buchona de dólares salió por la terminal de Pdvsa en Maiquetía hacia Buenos Aires (con todo el protocolo de seguridad y demás yerbas de la petrolera), Venoco era una empresa marcada por la historia. Había cambiado de mano después de los sucesos del 11 de abril y sus nuevos dueños eran nada menos que Carlos Kauffmann y Franklin Durán, que luego se verían comprometidos en la conspiración manejada desde Miraflores para que Guido Antonini, a la sazón en Miami, no declarara ante las autoridades de Estados Unidos interesadas en aclarar el origen de un dinero en efectivo demasiado abundante para no ser sospechoso.
El destino de Venoco se decidió en ese momento porque los dos socios (Kauffmann y Durán) fueron grabados por agentes del FBI de común acuerdo con Guido Antonini. Y para mal de males, fueron detenidos, se les abrió un juicio y terminaron siendo sentenciados a penas de prisión y libertad condicional. Durante el juicio salió a relucir el papel de los organismos de seguridad del Estado venezolano, en flagrante violación de la soberanía estadounidense. Es decir, de tanto hablar de la CIA y de su intervención en Venezuela, los agentes de Miraflores terminaron descubiertos con las manos en la masa.
Si el lector quiere más datos sobre este escándalo de corrupción que compromete seriamente la reputación de Pdvsa y de Miraflores, puede buscar el libro Los secretos de la valija, escrito por el acucioso periodista argentino Hugo Alconada y editado por Los Libros de El Nacional, un apasionante viaje por el submundo de la petrocorrupción venezolana, de sus lazos con el clan de los pingüinos dependientes de la familia Kirchner y de sus altos funcionarios.
Durante el juicio, los dos socios de Venoco rompieron relaciones: Kauffmann se declaró culpable y solucionó su problema con la justicia, pero Durán confió en sus socios rojo-rojitos y creyó que le devolverían la empresa si no hablaba. Pero igual le pasaron la factura.
Por: Redacción
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EL NACIONAL