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JOSÉ DOMINGO BLANCO (MINGO): ¡Me voy, no me calo 6 años de Maduro!



Miami, Roberto Miguel infante, 5, Carlosle Julio Infante 3, en el Arepazo 2 de Weston "viven" las elecciones presidenciales de Venezuela.
Miami, Roberto Miguel infante, 5, Carlosle Julio Infante 3, en el Arepazo 2 de Weston “viven” las elecciones de Venezuela.

“El chavismo se enquista en el poder
para seguir haciendo de las suyas..”

 

Si hay algo que me inquieta después de cada una de las elecciones que hemos tenido en los últimos años, es el fenómeno que ocurre posteriormente. Más allá del guayabo, el sinsabor de la derrota, la falta de imparcialidad del ente comicial, la soberbia de los reelectos, las denuncias que no prosperan de los vencidos, la rabia por haber acudido –¡una vez más! – a unas elecciones “secuestradas por el aparato del Estado”… ¡más jóvenes, más familias, más venezolanos, más profesionales, más gente talentosa, valiosa –pero sobretodo necesaria para nuestro progreso como nación– recogen sus macundales y se van; con su desesperanza a cuesta buscando la tranquilidad, la paz y la seguridad (con todas sus aristas) en otras tierras.

La gente ya no sólo emigra por un asunto de calidad de vida. Ni buscando la quimera del sueño americano. Huyen de lo que viene, del sistema que poco a poco se ha ido implantando. A la fuerza, a punta de tener cautivas todas las instituciones del Estado. Una vez más hemos sido testigos de cómo un partido, valiéndose de todos los medios posibles, se enquista en el poder para seguir haciendo de las suyas. Para seguir frotándose las manos con sólo imaginar la cantidad de negocios y jugosas comisiones que caerán en las arcas; pero, no precisamente de la nación, sino las personales. Las que, probablemente, se encuentran allende los mares.

Esta semana, sin ir muy lejos, arrancamos con un “nuevo” tren ministerial, que de nuevo no tiene sino dos o tres nombres; porque, de resto, son las mismas caras desgastadas de hace 14 años, que saltan del timbo al tambo, de un cargo a otro, sin importar cómo lo hicieron en sus posiciones anteriores o si tienen las competencias para desempeñar exitosamente y asumir la cartera ministerial que les fue asignada. El mismo musiú con diferente cachimbo. Los mismitos de siempre, esos a los que el difunto Presidente les echaba la culpa de los errores de su gestión; reprimendas públicas de las que no se salvó ni el propio Nicolás. Pero ahí están de nuevo, ratificados para seguir haciendo lo que saben hacer: ¡llevar a Venezuela por el despeñadero! Entonces, es obvio que nombramientos como estos también impulsen las ganas de salir corriendo del país. ¡Ya sabemos cómo lo hacen, ya conocemos la trayectoria de estos “ministros”!

Hace poco, antes de las elecciones, fui testigo de una conversación en la que un niño le decía a su mamá que ojalá no ganara Maduro porque, si ganaba, su mejor amigo se iría del colegio y se mudaría a Panamá. Me imagino que hoy, luego de los (¿dudosos?) resultados del 14-A, muchos venezolanos que se habían puesto como último plazo estas elecciones para ejecutar el Plan B, estarán en la fase siguiente, esa que los acerca más a su nueva patria que a ésta. Una patria de la que emigran evitando vivir en este esperpento comunista que pretenden instaurarnos.

Quizá son muchas otras las razones para emigrar. La inseguridad que campea en las calles, por ejemplo, es otro de los detonantes primarios. Por eso no dejo de criticar la reacción de Nicolás cuando, en medio de su tan criticada juramentación, un ciudadano vestido de rojito se le acercó y le arrebató el micrófono. ¡Sin duda se asustó! Y eso para no decir la expresión que describiría perfectamente lo que, me imagino, le ocurrió. Lo cierto es que Nicolás se espantó con la interrupción del saboteador espontáneo. Me imagino que mucho, como era de esperarse en alguien que no tiene por qué preocuparse por esas nimiedades de la seguridad personal. Él está blindado por los cuatro costados, por tanto eso –que no debió ocurrirle– fue lo que generó su sobresalto. Y qué infeliz su comentario: “Acaban de violar el anillo de seguridad; pudieron haberme dado un tiro”… De nuevo: ¡qué comentario tan inoportuno y desventurado! ¡Qué insólito es Nicolás!! Maduro, permíteme refrescarte las cifras: en Caracas, cada día mueren en manos del hampa más de una docena de venezolanos, por la falta de políticas que revierta la violencia desatada que ustedes provocaron. Sí, a eso es a lo que nos exponemos todos los días los venezolanos. Así que, lo que Nicolás experimentó por brevísimos segundos, nos acecha siempre. Lo que experimentó Maduro no es nada, comparado con lo que vivimos, segundo a segundo, los ciudadanos de nuestro país. Recientemente, El Universal publicaba que, en lo que iba de mes, habían ingresado a la morgue de Bello Monte 402 cuerpos. ¡Sólo en Caracas! Datos que se conocen de manera extraoficial como si, ocultando la cifra, se acabara el problema… así que me pregunto: ¿Después de ese susto, qué hará Nicolás para darnos seguridad a los venezolanos que andamos sin escoltas?

¿Cuándo en la historia de nuestra sociedad emigrábamos? Nosotros no lo hacíamos, no era parte de nuestro patrón cultural. Los venezolanos no nos íbamos así de fácil de nuestra tierra. Lo triste es que, con este éxodo, se nos está yendo la gente valiosa.


Por: JOSÉ DOMINGO BLANCO (MINGO)
mingo.blanco@gmail.com
Politica | Opinión
@mingo_1
EL UNIVERSAL
CARACAS, viernes 26 de abril del 2013