Artillería de Oficio
■ Ya es un lugar común que el gobierno politice los asesinatos de figuras del oficialismo, como el del capitán Eliécer Otaiza y, ahora, el del diputado Robert Serra Carmona, ambos cruelmente torturados, para culpar al imperio yanqui, al expresidente Álvaro Uribe y a la oposición, responsabilizarlos de todos los males habidos y por haber, entre ellos el de la criminalidad que azota al país por falta de una política eficiente de seguridad, una materia que constitucionalmente le compete exclusivamente al Estado.
No se les ocurre nada mejor que negociar de “tú a tú” con las bandas delictivas y los pranes que siguen perpetrando secuestros y asesinatos desde las cárceles, con el resultado de más criminalidad y violencia. Sin embargo, la terrible muerte del diputado Serra no parece haber sido perpetrada por el hampa común, los homicidas obviamente conocían sus pasos. Serra no era un chavista de a pie, sabían que tenía guardaespaldas, dos de sus escoltas ya habían sido ultimados: Seles Roberto Abreu, asesinado el 5 de julio de 2011 en Carapita para robarle la moto y su pistola, y Alexis Barreto, al que mataron el 24 de julio de 2012 de un tiro en la nuca en el Ávila. Si no hay ninguna conexión de estas muertes con la del diputado Serra es pura coincidencia.
El móvil del crimen:
Los asesinos entraron como Pedro por su casa, no violentaron las rejas de seguridad de su vivienda con seis cámaras de seguridad. Tampoco se robaron nada, aunque sí cargaron con el arsenal de armas que inexplicablemente poseía el joven diputado, un fusil R15, un M16 y municiones, que posiblemente podrían relacionarse con los “colectivos” más radicales del 23 de Enero, algo que incluso llamó la atención de su padre cuando declaró a la prensa y ponderó las bondades de su difunto hijo: “Siempre me impresionó que él entraba a la parte más radical del 23 de Enero. Robert le llegaba a la gente facilito”.
Robert Serra fue asesinado con más de 30 puñaladas, su asistente María Herrera, también fue víctima fatal. Entre las tantas mentiras que los altos dirigentes se empeñan en propagar para confundir está la especie de que era su compañera sentimental, el padre del occiso se encargó de negarlo: “María Herrera no era pareja de mi hijo. Ella era su asistente”.
El país repudia esos viles crímenes y está conmocionado por la tragedia. Es inaceptable y bochornoso que sea aprovechada por Diosdado Cabello y Nicolás Maduro para instigar al odio y la violencia contra la disidencia opositora y correr la especie de que entre sus dirigentes planificaron el monstruoso hecho. En Venezuela encontramos muchas causas de homicidio, la más común es por asalto o robo, ajustes de cuentas, dramas pasionales, venganzas, pero existe otra: los ritos religiosos, que ha sido desdeñada y que se hace más común en nuestro país.
Las circunstancias de este doble homicidio tienen tintes ceremoniales. Las sospechas tienen que ver, en primer lugar, con el entorno del diputado; de hecho, dos de los involucrados estaban vestidos de santeros. Es común que homicidios con huellas de tortura, de sadismo, se atribuyan ligeramente en las investigaciones policíacas a venganzas pasionales, sicariatos o ejecuciones del narcotráfico. No siempre es el caso, y cualquier muerte que despliegue crueldad inusual y signos de tortura debería ser valorado para descartar un posible sacrificio ceremonial. Algunos miembros del hampa y de los llamados “colectivos” también pertenecen a diferentes sectas y pueden matar por venganza, por negocio o por otras causas en las cuales los ritos estén implícitos. En la descomposición social y pérdida de valores que vivimos no resulta extraño que tengamos homicidios por motivos ceremoniales.