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RUBÉN DE MAYO: Del Hambre a la Perrarina



Psuv, coman perranina

“Viejos hábitos y
prácticas caninas”


 

Se ha extendido entre la población la creencia de que antes de llegar Chávez al poder con su denominada “revolución bolivariana”, la gente moría de hambre en las calles y los más pobres que conseguían con mucha dificultad seguir viviendo, lo hacían porque comían alimento para perros, y en especial de una marca: Perrarina.

Lo ha dicho el propio presidente Maduro, que “antes se comía Perrarina, ahora se come pollito, bistek…”

En relación a la primera afirmación de que la gente se moría de hambre, ninguna cifra o estadística se aporta para sustentar tal cosa. No existe ninguna estadística oficial o privada, ninguna Memoria y Cuenta de algún ministerio desde 1958 que nos suministre información sobre las muertes por inanición que ha habido. Y particularmente, no conozco a nadie que me haya dicho que algún familiar, amigo o conocido haya muerto por hambre en tiempos de Carlos Andrés Pérez o de Caldera. ¡Imagínese usted el escándalo en los medios oficiales!

En lo tocante a lo de que la gente se alimentaba con comida para perros, el único dato que aporta el Gobierno es un reportaje periodístico “amarillista” de la revista Producto, que data de 1990, donde se asevera que el alimento para perros, Perrarina, había incrementado sus ventas en los sectores populares. Se habla concretamente del barrio Los Erasos, en la parroquia caraqueña de San Bernardino, según datos que aporta un comerciante desde su abasto. El reportaje está hecho con mucha guasa, para producir el asombro y la hilaridad del lector de cualquier época y contexto, y no se le escapa su respectiva propaganda a la Perrarina, hecha por un tal Manuel Rivero Sanabria, coincidencialmente Vicepresidente de Relaciones Institucionales de Protinal: “cualquier ser humano puede comer Perrarina. No es nociva para la salud”, nos dice.

Se abusa de la ignorancia de la gente, hay que decirlo. Cuando se apela a la historia se hace para afirmar cosas como éstas, las cuales repiten hasta la saciedad por los medios gubernamentales (la desmemoria la han auspiciado también con el supuesto rescate que se ha hecho de la figura del Libertador, como si el culto laico bolivariano fuese cosa reciente, promoviendo aún más la ceguera histórica y la mitomanía que padecemos desde que se inició el culto a Bolívar en tiempos de Guzmán Blanco, en el último cuarto del siglo XIX, como símbolo de unidad y cohesión en una país que todavía no se articulaba como nación, descoyuntado y dividido por el caudillismo y el regionalismo). La gran campaña del Gobierno a través de los medios reside en demostrar que nunca hubo en Venezuela programas sociales que atendiesen las necesidades de los más pobres; cosa falsa, como muchas personas recordarán y asentado está en la obra de Gobierno de adecos y copeyanos. En la Venezuela saudita de los setenta eran muchos los programas sociales que había, de ampliación de la llamada “sociedad del bienestar”, triunfante en los países más desarrollados de occidente en la década de los sesenta; y en la década de los ochenta prácticamente toda la economía venezolana estaba subsidiada, con una política proteccionista ruinosa y de control cambiario que nos llevó, en la segunda presidencia de Carlos Andrés Pérez, a un intento fallido de reestructuración de un Estado que ya no podía soportar su sobredimensión y obligaciones financieras ante la caída de los precios del barril de petróleo. Es una falsedad muy gruesa y grosera el que se pretenda hacer ver que este Gobierno, con más de 15 años en el poder, es el único que ha ensayado programas sociales (misiones) y luchado contra la pobreza; así como adjudicarle a los gobiernos de Betancourt, Raúl Leoni, Herrera Campins y los dos primeros de Pérez y Caldera una política económica neoliberal, siendo como es que lo que condujo a la crisis financiera de los ochenta (e incluso el derrumbe bancario de los noventa) fue una mal llevada política económica intervencionista y proteccionista, de corte Keynesiano, de ineficiencia y despilfarro estatal, semejante en muchos aspectos a lo que estamos padeciendo ahora, con la enorme diferencia de que actualmente los precios del petróleo están en alza.

Pero volvamos de nuevo a la Perrarina y revisemos sus precios, más “costosos” que la carne regulada y el pollo, si es que algún venezolano, por el alto precio de la comida, ha pensado en volver a sus viejos hábitos y costumbres caninas.

¡Qué tiempos felices aquéllos!, dirán los perros.

*Rubén Darío De Mayo. Profesor universitario. Columnista de El Universal.

Por: RUBÉN DE MAYO
Politica | Opinión
@rubdariote
rub_dario2002@yahoo.es
REPORTERO24
Caracas, jueves 11 de septiembre 2014



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